El sombrero de la reina

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El sombrero de la reina

“En la escena internacional, cada gesto, cada palabra y, como queda más que claro, cada prenda, emite un mensaje que el protocolo respalda.”
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Que una mujer de 91 años de edad nos esté dando lecciones de comunicación no verbal, de alto perfil, y a nivel internacional, me hace reflexionar sobre la importancia de valorar la experiencia y sabiduría de las personas mayores. Ellos no son, o no deberían ser, los estorbos que la sociedad avienta a los asilos. En Occidente rendimos un ridículo y exagerado culto a la juventud, cuando en realidad, es en la madurez y en la tercera edad donde los seres humanos podemos vivir en plenitud gracias a todo lo aprendido a lo largo de la existencia. No son iguales las decisiones o afirmaciones que hace una persona a los 15 años de edad a las de alguien que ya ha cumplido, por lo menos, cinco décadas de estar en el planeta.
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La experimentada persona a la que me refiero es la Reina Isabel II. Resulta que, en la reciente apertura del Parlamento Británico, sucedieron algunas circunstancias muy especiales que nos hablan de la gran maestría con la monarca británica hace uso del lenguaje no verbal y de su privilegiada posición. Desde hace décadas enteras, la Reina llega al Parlamento en un gran carruaje tirado por caballos, portando corona y capa de armiño. Con toda su gloria y gracia hace la aparición más aparatosa y trascendente del año, ejerciendo su papel y justificando su lugar no solo en su país sino en la Historia.
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Sin embargo este año, por indicaciones de la Primera Ministra Theresa May (segunda mujer en ocupar el cargo, por cierto, después de Margaret Thatcher) la apertura del Parlamento se adelantó y quedó muy cerca en fechas con el Trooping The Colour que es el desfile con el que se festeja oficialmente el cumpleaños de la monarca y con las carreras en Ascot. Debido a esto, el Palacio de Buckingham residencia oficial de Isabel II, emitió un comunicado en el que se avisaba al mundo que, este año, su majestad llegaría en traje de calle y automóvil a su cita con el Parlamento debido a “la falta de tiempo para ensayar el protocolo de la ceremonia”. ¡Por piedad! Que les crean quienes no los conozcan.
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Por si fuera poco, la Reina no apareció con su esposo el Príncipe Felipe y se hizo acompañar por el Príncipe Carlos, su hijo y heredero al trono. Aunque esto último si tenía plena justificación debido a que el Príncipe Felipe se encontraba en el hospital por motivos de salud. Pero lo que nadie vió venir fue el modo en que la Reina apareció ese día. Portando un abrigo y un sombrero en color azul, sospechosamente igual al tono de la bandera de la Unión Europea y, para rematar el mensaje, en el sombrero llevaba unas flores azules que tenían al centro unos discos amarillos que recordaban, por su tono y posición a las estrellas de la mencionada bandera. ¿Coincidencia? El huracán desatado en redes sociales a nivel mundial, asegura que no.
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Que Isabel II en ropa de calle, sin su impresionante corona llegara al Parlamento para leer el discurso dictado por la Primera Ministra en el que se detallaba el modo en que el Reino Unido se retirará la Unión Europea, luciendo un atuendo que recuerda muchísmo al estandarte de la unión de países que están a punto de abandonar, es cualquier cosa menos una casualidad. No creo que ese vestuario haya sido lo único limpio que tuviera en su guardarropa. Esta mujer cuyo nombre está, desde el día de su coronación, escrito con letras de oro en los libros de Historia, no puede pronunciarse públicamente en contra de las decisiones que tome el Gobierno de su país pero, con maestría y gran estilo, gritó al mundo entero lo que piensa y sin decir una sola palabra.
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En la escena internacional, cada gesto, cada palabra e incluso cada prenda, emiten un mensaje que el protocolo respalda. Es como el gesto abrumadoramente sombrío que el Papa Francisco lucía en las fotografías que le hicieron hace poco junto al Presidente de los Estados Unidos, cuando este último hizo una visita oficial al Vaticano. Ahora la Reina de Inglaterra emite un mensaje a favor de la Unión Europea y la opinión pública internacional lo entendió perfectamente. Es gracias a la teconología que nos comunica globalmente en imagen y video al instante, que este tipo de mensajes llegan más fuertes y rápidos que nunca.
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El que sí causaba un poco de pena era el Príncipe de Gales. Sentadito junto a su madre en el lugar que corresponde a su padre y rompiendo todos los récords de un príncipe heredero respecto al tiempo que le ha tocado esperar el trono, Carlos de Inglaterra luce ya viejo y cansado. Durante toda la jornada en la que su progenitora se lucía mundialmente con su sombrero azul y amarillo, él permaneció estocio como buen inglés, pero en su rostro asomaban de pronto algunos destellos inesperados de tristeza. Quizá hubiera preferido estar en esos momentos junto a su Camila. Y lo peor para él, es que su hijo mayor y su nuera, quienes son jóvenes, hermosos y populares, son vistos por el mundo como una mejor opción para sustituir a Isabel II, cuando llegue el momento.

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