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‘A 100 años de distancia’
El 25 de noviembre de 1915, Albert Einstein presentó la teoría que muchas personas conocen, pero que solamente los estudiosos de la materia comprenden, me refiero a la famosísima “Teoría de la Relatividad” que este singular personaje desarrolló cunado era un humilde funcionario de la oficina de patentes. Einstein, con esta propuesta, cambió para siempre la concepción del universo y también la percepción que las personas tenían de su propio mundo.
Sin duda…
Existen suficientes evidencias de personas que a pesar de haber sido discriminados durante su niñez llegaron a ser personajes notables:
Tomas Alba Edison de niño fue considerado torpe, empezó la escuela hasta los ocho años, pero duró solamente tres meses, luego pasó su juventud dedicado a la lectura para superar su sentimiento de rechazo y soledad. Este afamado hombre en alguna ocasión comentó: “mis profesores dicen que tengo una mente confusa, mi padre creía que era estúpido, y casi llegué a convencerme de que tenía que ser un zopenco”.
La realidad es que Edison nunca fue aceptado por el “establishment” científico, tal vez por esta razón comentaría: “¿creen que hubiera llegado a algo de haber ido a la escuela? Los científicos salidos de las universidades sólo ven lo que les enseñaron a ver y por tanto se pierden de los grandes secretos de la naturaleza”.
La estupenda escritora Agatha Christie decía de si misma: “yo misma fui siempre conocida como la “retrasada” de la familia. Era totalmente cierto, y lo sabía y acepté. La escritura y ortografía fueron siempre muy difíciles para mí. Mis letras no tenían la más mínima originalidad. Escribía increíblemente mal y sigo haciéndolo hasta la fecha”.
El propio Winston Churchill diría: “en general, la escuela me desanimó mucho. No era agradable sentirse aventajado por los otros de forma tan contundente y quedarse atrás nada más empezar la carrera”.
Algunos maestros de Albert Einstein hacían constar que “era lento mentalmente, poco sociable y divagaba constantemente en sus estúpidos sueños”.
Contra toda creencia
Igual han existido genios que no fueron en su momento comprendidos, que incluso fueron ridiculizados:
Galileo fue recluido por decir que la tierra se movía. Newton y Pasteur fueron ridiculizados. Colón fue enviado a prisión. Picasso reprobaba constantemente los exámenes y se dice que desobedecía el reglamento de la escuela elemental, para ser castigado y enviado a un lugar en donde podía hacer lo que le gustaba: dibujar.
Al inventor Alexander Bell le pronosticaron que su creación no tendría valor comercial. El vuelo de los hermanos Wright fue juzgado, por la influyente revista “Scientific American”, como “un engaño”. Al invento de Carlson - abogado y creador de XEROX - los expertos consultivos (Arthur D. Little) le calcularon un mercado menor a las 5 mil unidades, pero 10 años más tarde (1969) su empresa generaba ventas de más de ¡mil millones de dólares!
El ADN
También la historia encumbra el nombre de personas que aparentemente no “debieron” haber tenido éxito, pero que al paso del tiempo fueron reconocidos como visionarios:
Darwin era ministro ¿Debió ser él quien creara la teoría de la evolución? ¡Claro que no!. Gillete se dedicaba a vender tapas de botellas, pero inventó un producto que sospecho debió haber sido creado por las fabricas de navajas existentes. Wilson era un pequeño contratista, sin educación formal, ni recursos económicos, que solamente quería un hotel cerca de la carretera y así inventó el concepto de “motel “ creando la cadena “Holiday Inn”. Supuestamente él no debió ser el creador de esta industria, sino las grandes cadenas de esa época Hilton o Sheraton.
Mentes creativas
La mente humana esta diseñada para crear y el mundo ha sido cimbrado por personas que se aventuraron a conquistar tierras desconocidas: Ted Turner (CNN), Smith (Federal Express), Monaghan (Domino´s Pizza), Jobs (Apple), Gates (Microsoft), Morita (Sony) y Honda (Honda Motors) son algunos testimonios de esas mentes creativas y espíritus inquebrantables que cambiaron para siempre al mundo porque pensaron que lo inexistente – hasta ese momento - si era posible. Estos notables no sucumbieron a las críticas, burlas y fracasos.
Ganadores y perdedores
Todo ésto lo comento porque ante tantas evidencias de personas que transitaron del fracaso al éxito - a pesar de eso que los demás juzgaron de ellos -, algunas escuelas (me refiero a los niveles de preescolar y primaria) se empeñan en realizar “concursos” de creatividad, dibujo, plastilina, música, canto y tantas otras competencias en las cuales se otorgan “reconocimientos” a los niños cuyas obras son consideradas superiores, mientras que los otros pequeños - los perdedores - se quedan, a lo mucho, con un diploma de “participación”, pero sobretodo con la terrible percepción de que sus creaciones no fueron galardonadas, porque los “expertos” (los adultos que por definición son los que “si saben”) las consideraron insuficientes, muchas veces, supongo, sin tener las reglas claras para otorgar veredictos justos.
¿Por qué comparar?
¡Que manera de mutilar esas frágiles almas!, ¡Que forma tan absurda de truncar la imaginación! ¡Que método tan destructivo de inmolar a tantos visionarios: a ese pintor, músico, artista, emprendedor o científico en potencia! Pero, sobretodo, que lamentable que el sistema educativo aniquile, mediante esos inútiles concursos, la curiosidad de los niños, el anhelo de experimentar, sin temor, nuevas actividades.
Es bien sabido que los niños fortalecen su autoestima cuando sus maestros celebran su actuación, sus aciertos. El elogio honesto es una forma formidable para fortalecer la autoestima de los niños, pero el regaño exagerado, que resalta las fallas y evidencia a los alumnos, las comparaciones, la descalificación de sus tareas y el “etiquetar” a las personas son desfavorables para el auto concepto, ya que opaca, ridiculiza y lastima.
Saber acoger
Sería más conveniente prescindir de las medallas y de imponer fronteras al talento de las nuevas generaciones; más bien, mostrémosles que es bueno tener las ganas de participar y atreverse a desplegar las ideas libremente. Sin el temor a ser deshonrados.
Es mejor que las escuelas realicen, en lugar de concursos, muestras o exhibiciones en donde las creaciones de los niños sean admiradas y sus espíritus acogidos por igual; ya luego llegará el tiempo en el cual su misma madurez les ayude a comprender el sentido de los concursos; es decir como fuente de mejoramiento y superación y no de agravio.
Dejemos de…
Hagámosles saber que ellos siempre podrán explorar y descubrir. Permitámosles que sean personas libres. Pensantes. Dejemos de juzgar y etiquetar. Cotidianamente hagámosles comprender que todo es mejorable y posible mientras existan personas que así lo piensen y lo emprendan, mientras vivan seres humanos capaces de desafiar lo conocido, que estén convencidas que es precisamente ahí, en ese desafío, donde radica la grandeza de la genialidad humana y no en los concursos que encumbran a los ganadores, pero de paso también avasallan a los “perdedores”.
Goethe afirmaba: “El talento se educa en la calma y el carácter en la tempestad” y esto, hace 100 años, Einstein lo dejó muy claro, pues éste hombre no solo desarrolló una nueva forma para comprender la física y el cosmos, sino también tuvo la creatividad y las agallas para desafiar los paradigmas de su época.
cgutierrez.itesm.mx
Tec. de Monterrey Campus Saltillo
Programa Emprendedor