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Reacomodo hemisférico
El año 2015 ha sido un año de turbulencia política en el hemisferio occidental. Desde Canadá hasta Argentina, hubo reacomodo de piezas que impactaron en el ambiente hemisférico. Las elecciones parlamentarias en Canadá permitieron el retorno de los liberales con Justin Trudeau a la cabeza, después de nueve años de gobierno del conservador Stephen Harper. El presidente Barack Obama, inmerso en la batalla con los ultraconservadores desde su primer día en la Casa Blanca, logró reestablecer la relación política con Cuba. No obstante, en el tema migratorio, esencial para muchos países de la región, más que avances hubo retroceso.
En abril, el presidente de Guatemala Otto Pérez Molina, fue destituido por dos investigaciones de corrupción. En Brasil, el retroceso en el crecimiento económico y el tema de la corrupción colocaron a Dilma Rousseff en el inicio de un proceso de destitución de futuro incierto. En Argentina, la derrota del peronismo el pasado noviembre, después de doce años en el poder del matrimonio Kirshner, significa un trascendente golpe de timón en la vida política de ese país.
En Venezuela, el triunfo de la oposición en las parlamentarias del 6 de diciembre, constituye el punto de arranque de una nueva era en la vida política, dominada por el Chavismo desde 1998. Ninguno de estos hechos fue menor.
Tres reflexiones en torno a este reacomodo de piezas. La primera es el hecho de que todos los cambios políticos se dieron por la vía legal y de acuerdo con las reglas democráticas de cada país. Esto es importante, pues si bien la democracia se ha convertido en la forma generalizada de gobierno en esta región – con la sola excepción de Cuba – las turbulencias políticas la pusieron a prueba en 2015 y todas pasaron.
Una segunda reflexión es que si bien Estados Unidos tomó el gran paso de proponer el restablecimiento de las relaciones con Cuba, su política hacia el hemisferio, distante y casuística, no ha cambiado desde hace al menos dos décadas. Estados Unidos se mantiene como líder del capitalismo occidental, pero su interés e influencia en los asuntos del hemisferio permanece en un perfil bajo, para bien y para mal.
Una tercera reflexión refiere a la influencia positiva de los organismos internacionales, ya sin el rol dominante de Estados Unidos, en escenarios como las investigaciones que llevaron a la destitución del presidente de Guatemala, los avances del proceso de paz en Colombia o los observadores electorales en Venezuela. La mayor parte de los reacomodos políticos se dieron sin interferencias externas que denunciar.
A pesar de las turbulencias, los cambios reflejan una mejoría en la salud política. En las buenas noticias, la economía de Estados Unidos sigue en fase de recuperación, lo que sin duda resulta positivo para los países del hemisferio, en particular para México, a expensas de sus oscilaciones. En las malas, la economía de exportación masiva de materias primas de los países de Sudamérica ha disminuido en forma importante y no se ven alternativas fáciles para recuperar el ritmo de crecimiento económico de los últimos años.
Frente a los logros, en tres temas se registran pocos avances. La inseguridad pública, muy vinculada con el narcotráfico y el crimen organizado, se mantiene como uno de los principales retos, principalmente en México, Centroamérica y Venezuela. La corrupción y la ineficiencia gubernamental siguen aquejando, sin cambio aparente, a las economías más importantes de la región, Brasil y México. La desigualdad económica y social es el lastre más fuerte de las economías al sur del Rio Bravo. Destacar lo que funciona y tomar mayor conciencia de lo que no funciona, es un buen ejercicio de fin de año. Felicidades a los lectores y buen año 2016.
Comentarios: lherrera@coppan.com
(Director de Grupo Coppan, SC)