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Intelectuales de Saltillo

¿Cómo eran las reuniones de los artistas y escritores en el Saltillo de muy ayer o antier? Leamos esta crónica que hallé en “El Diario” de don Benjamín Cabrera. La fecha: diciembre 27 del 52. La firma: “Germán Barca”.

 “... Avanzaba raudo el coche de Mercedes conduciéndonos a la fiesta del Círculo María Enriqueta, y mientras ella hacía sortear al carro todos los baches que, afortunadamente, ya van desapareciendo, seguía su charla:

—Fíjate que me llamó Guillermo López, el dibujante ¿recuerdas? Me dijo que sí es cierto que trabaja poco, pero ello se debe a que está terminando su carrera en el Tecnológico, aunque de todos modos va a preparar en estos días una viñeta para el libro de poesías de Hilda Sala.

Habíamos llegado ya a la Academia Roberts, lugar de la fiesta, y después de saludar a Manuelita V. de Puig y a su esposo el Dr. Puig, penetramos en la sala, saludando con inclinación de cabeza a los presentes. Nos sentamos en un rincón del sofá, milagrosamente vacío todavía.

Pero como habíamos llegado un poco tarde no hubo ocasión de comentarios introductores. Ya Manuelita anunciaba a los presentes que íbamos a jugar varios juegos apropiados para las fiestas de Navidad, y que el primero sería el de “La Rosita”. Ella personalmente entregaría una rosa a cada caballero, el cual escogería a la dama que lo acompañaría en la noche y que sería llamada “su rosita”. Desde luego se suplicaba a los caballeros presentes que no escogiesen a su propia esposa.

—No permitas que me nombre otro —murmuró excitadamente Mercedes—. Yo he de ser tu rosita.

—Ojalá me den la oportunidad de conservarte a mi lado. Pero, mira: la primera rosa corresponde a Héctor González Morales. ¿Qué dama escogerá?

—¡Ah! Pues a Hilda Sala. Ya le entrega la rosa, y ella lo acepta como caballero. Ahora le toca el turno al Dr. Puig, y escoge nada menos que a Nélida Verástegui. El Lic. Wifredo Bosch se apresura a escoger su rosita. ¿Quién es? Pues Olga Sala. ¡Mira qué aprovechado! Ya viene el Lic. Raymundo de la Cruz López del brazo de la señora Pérez de Arreola, y José Hugo Cardona conduciendo a la señorita Juanita Carrejo. ¿Quién es ese muchacho que se emociona al entregar la rosa a Lulú Valdés? El Ing. Santiago Tamez entrega su rosa a la anfitriona, Manuelita, y ella se lo agradece en verso, lo que ninguna ha hecho... Mira, ese otro es Guillermo Arizpe y ¡cómo corre! para entregar la rosa a Elenita Santacruz, que la acepta emocionada. Y ahí va Luis Mier depositando su flor en manos de la profesora Ardelia Fraustro. Y mira al Sr. Arreola... ¿Dónde irá? ¡Ah! pues con la profesora Ethel Sutton. Y mira cómo está inquieta Marcia Flores mientras se dirige a ella Jacobo González. Hasta ahora no se han fijado en ti.

—Ni en ti, lo que no deja de ser un consuelo, pues sólo quedamos Moisés Name, el Dr. Federico González Náñez, que apenas está entrando, y yo.

—Ya le dan la rosa a Federico, que se va directo con Altair Tejeda de Tamez. Y mira, ¡mira! Moisés Name se disimula al lado de Socorrito López. Nosotros haremos lo mismo, ¿te parece?

—Magnífico. Pero ¿qué dicen estos que están sentados cerca de ti?

—Comentan la ausencia de Oscar Flores Tapia. Chismes que no me gustaría repetir. Olvídalo...”.

Un vago sentimiento quedó en mí tras de leer esa crónica de tiempos olvidados.