Mirador 03/03/2016

Usted está aquí

Mirador 03/03/2016

¿Recuerdas, Terry, amado perro mío, la vez que íbamos atravesando la labor de abajo y una bandada de codornices se levantó de súbito a tus pies con aleteo ruidoso?

Te asustaste –eras muy joven todavía- y fuiste hacia mí como buscando protección. Yo te tranquilicé. Te dije que de seguro los pajarillos se habían asustado más que tú. De cualquier modo siempre que volvíamos a pasar por ahí ibas alerta, en actitud de esperar un nuevo susto.

A mí eso me daba risa, hasta el día en que las codornices se levantaron a mis pies. Entonces fui yo el que se asustó, y tú el que viniste a tranquilizarme.

La vida está llena de sobresaltos, Terry. Los más de ellos son inofensivos, como las codornices. Debemos aprender a no asustarnos; a ir con paso tranquilo por el mundo. Si vamos temerosos, cuidándonos de todo, no disfrutaremos la vida.

No sé qué campos atraviesas ahora, perro amigo, pero deseo que vayas en paz y que tu caminar sea tranquilo.

Deséame tú lo mismo Terry, hasta que podamos ir juntos otra vez.

¡Hasta mañana!....