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Saber ‘vacar’
Es verbo desusado
Se prefiere decir “vacacionar”. Así no se significa solo el cese, la pausa, el paréntesis, sino se le añade una connotación de euforia y diversión, de aventura y de viaje.
Se escoge el tiempo que se llama de “Semana Santa”. Son los días de las celebraciones de la fe en que se evocan los acontecimientos narrados en los evangelios. Relatan la entrada del Mesías a Jerusalén, su cautiverio y pasión, consumada en su crucifixión en el Gólgota y, después de tres días, su sorprendente resurrección.
Algunos vacan con asidua asistencia a la misa de óleos, a los oficios de jueves y viernes, a la vigilia pascual y a la misa del domingo de Pascua. Otros buscan montañas, pueblos mágicos o playas para tener contacto con la naturaleza o disfrutar los hospedajes en hoteles de lujo.
Los sitios de gran concurrencia resultan incómodos por las aglomeraciones de las multitudes que aprovechan paquetes vacacionales. Es edificante ver familias, que, dentro de su equipaje llevan sus evangelios. Dentro de su horario hay cada día un momento para apartarse y, en un lugar apropiado, practicar una lectura reflexiva que los lleva a reflexionar y a orar comunitariamente.
Otros, claro, solo se dedican a entretenimiento, ocio y exceso en el beber y el comer o multiplican experiencias festivas. No pocos olvidan toda medida y caen en un despilfarro basado en el “goce ahora y pague después”, tarjeteando aquí y allá para después sufrir el tormento de los pagos periódicos o la acumulación de intereses.
Saber vacar es raíz de equilibrio, serenidad, y mesura, y el fruto es una convivialidad sana que mejora relaciones y afectos. La sabiduría vacacional está principalmente en la actitud y, naturalmente, en una buena selección de ambiente y de compañía.
Muchos creyentes ya planean su descanso para los días de la Pascua, después de la Semana Santa, dentro del cincuentenario de alegría que marca el calendario de su fe. Es un paso cultural que, a largo plazo, puede desplazar las fechas en un ambiente más propicio. Así se delimita con precisión el tiempo de meditación y el tiempo de diversión.
Lo importante es no venir de vacaciones, cansados, hastiados, gastados, indigestados, desvelados, peleados y enojados y hasta accidentados. El buen “vacar” es el que está ungido de sabiduría…