Mirador 01/04/16

Usted está aquí

Mirador 01/04/16

El campo estaba seco.

En el monte los pinos parecían hechos de ceniza, y la ladera era una cinta de hierba amarillenta.

Cuando se puso el sol el ocre de la tierra se confundió con la palidez del cielo en el ocaso.

Luego llovió.

Un día y una noche cayó la larga lluvia; la larga, mansa lluvia. Y fue la lluvia como una mano de mujer que acariciara la frente de un acalenturado.

Cuando después fui al campo el suelo estaba cubierto de hierba verde y flores coloridas.

Pensé que hasta la tierra, que es polvo nada más, sabe agradecer el don que recibió. De ella, de nuestra madre, deberíamos aprender los hombres la sabiduría de la gratitud.

¡Hasta mañana!....