La Alegría del amor (I)

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La Alegría del amor (I)

Podría ser el nombre de una producción cinematográfica.

  Ya hubo una película que se tituló “La Vida es Bella”. La exhortación apostólica post-sinodal lleva en latín ese título: “Amoris Laetitia”.  Después de cada sínodo se acostumbra recoger las ideas ahí presentadas en un documento pontificio que las organiza y completa en una exhortación dirigida a clérigos y laicos.

A los divorciados que hacen vida conyugal con otra pareja les da la garantía de que la Iglesia se preocupa por ellos y por su situación concreta; quiere que sepan y sientan que son parte de la Iglesia y que no están excomulgados.

Aunque todavía no puedan participar plenamente en la vida sacramental de la Iglesia, les anima a tomar parte activa en la vida de la comunidad.

Un concepto clave de AL es la integración. Los pastores tienen que hacer todo lo posible para ayudar a las personas en estas situaciones a involucrarse en la vida de la comunidad.Además señala que cualquier persona en una llamada situación “irregular” debería recibir una atención especial. “Ayudar a sanar las heridas de los padres y ayudarlos espiritualmente es un bien también para los hijos, quienes necesitan el rostro familiar de la Iglesia que los apoye en esta experiencia traumática”. 

El hombre y la mujer creados a imagen de Dios reflejan la relación trinitaria. “Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó”. La fecundidad de la pareja humana es imagen viva y eficaz , signo visible del acto creador. 

La ausencia de fuentes de trabajo afecta de diferentes maneras a la serenidad de la familia. Las tensiones inducidas por una cultura individualista exagerada de la posesión y del disfrute generan dentro de las familias dinámicas de intolerancia y agresividad.

La libertad para elegir permite proyectar la propia vida y cultivar lo mejor de uno mismo pero, mal entendida, convierte a los ciudadanos en clientes que solo exigen prestaciones de servicios. La familia se convierte en un lugar de paso en que se reclaman derechos y los vínculos  quedan a merced de los deseos volubles y las circunstancias.

La propuesta del matrimonio cristiano al mundo es una fuente de humanidad.  Es un entorno de crecimiento personal. Es un camino dinámico de desarrollo y realización. Han de recorrerlo los esposos con conciencia bien formada pero nunca sustituída. Surge el peligro del secularismo exagerado que se suma a la cultura de lo provisorio.

 El culto a una afectividad  egoísta sin límites, al sexo de consumo y al uso desmedido de Internet conducen a la familia a inseguridad e indecisión y se dificulta su madurez en la paciencia, el diálogo sincero, el perdón reciproco y la reconciliación…