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Mirador 15/04/16
John Dee fabricó un reloj de arena que marcaba la duración de un día.
Hizo otro que señalaba una hora.
Y uno más que que vaciaba su arena en un minuto.
Luego dio forma a un calendario perpetuo en el cual aparecían los años, los meses, las semanas y los días con sus noches.
Construyó también un ingenioso mecanismo que daba a conocer el principio y el fin de las estaciones: primavera, verano, otoño e invierno.
Sucedió que de pronto el filósofo dejó de hacer sus relojes y sus calendarios.
En cierta ocasión alguien le preguntó por qué.
Respondió él:
—Me enamoré. Desde entonces ya no me importa el tiempo.