Usted está aquí
‘Vi su anuncio y enloquecí de amor’
ESTIMADA ANA:
Hola Ana, le escribo para ver si me puede echar la mano con lo que me está pasando. Hace menos de un mes conocí a un chavo a través de una página de anuncios. Me llamó la atención uno que decía: “Busco chava buena onda para comenzar una relación seria y formal, soy un hombre trabajador y estoy dispuesto a todo por encontrarla”.
Imagínese que yo me quedé con la boca abierta al leer con qué determinación y seguridad lo escribió, wow, hombres de esos ya no hay, pensé. Obviamente no dudé en mandarle whatsapp y aunque me dejó en “visto” un par de horas, finalmente cuando me contestó quedamos de vernos al siguiente fin de semana.
Toda la semana estuve planeando el momento de nuestro encuentro: qué ropa usaría, como me peinaría y hasta que perfume usaría. A él lo imaginaba alto, con camisa de cuadros, mezclilla y botas vaqueras, mi tipo de hombre ideal, justo eso.
Cuando cuadramos la cita me dijo el lugar exacto en el que estaría. Por fin se llego el día. No se imagina lo nerviosa que me sentía, me veía en cada aparador por el que pasaba, por si mi maquillaje no se me había corrido o si mi falda no estaba subida de más.
Lo vi de espaldas, no muy alto, mezclilla, botas, camisa azul… era él. Me acerco y… santo cielo, un “señor” de, según mis cálculos, de unos 45 años. Cabe aclarar que tengo 21, sí ¡podría ser mi papá!
No supe si reír, llorar o salir corriendo. Solo atiné a decir “hola”. Ay no, Ana, en verdad fue traumático, jamás me lo imaginé, claro que tampoco se me ocurrió preguntárselo en whatsapp.
Comenzamos a intercambiar algunas palabras, ya sabe, lo básico, nombre, edad, etc. Había momentos en los que pensaba en qué lío me había metido, usted sabe, con todas las advertencias que a diarios nos hacen sobre conocer a personas en redes sociales y lo inseguro y peligroso que puede llegar a ser.
Mientras más minutos pasaban, más me gustaba, pues efectivamente era súper educado y caballeroso. Esa tarde nos fuimos al cine y luego a comer unas hamburguesas deliciosas.
Quedamos de vernos después y yo emocionada, pero ya se imaginará a mis amigas: ¡Qué te pasa, es un señor! Comentarios parecidos he escuchado en los últimos días y ya comencé a confundirme si seguir o no con esta amistad, pues es solo eso (hasta ahora).
¿Cómo ve? Ya no sé ni qué hacer ni qué pensar con todo eso que me han dicho sobre todo mis amigas, según ellas preocupadas por mí. Gracias por leerme, espero no haberla aburrido con mi carta, pero es que fueron momentos tan especiales para mí, que me sentía muy emocionada al recordarlo. Le mando muchos saludos,
Natalia.
ESTIMADA NATALIA:
Oye, Natalia, me dejas sorprendida de todo lo que hiciste y planeaste durante una semana para encontrarte con alguien que en tu vida habías visto, que ni siquiera sabías si existía o no y que confiaras tanto que hasta una cita a ciegas concertaste. ¿En verdad no te dio miedo o simple curiosidad si todo aquello sería cierto?
Hasta ahora podríamos considerar que corriste con suerte, ¿eh? No te quiero amargar el rato pero a diario, sí, a diario leemos casos como el tuyo que al final resultan estafas y engaños en los que los daños son de verdad serios.
Yo te podría decir que, de acuerdo a muchos, en el amor la edad no importa, pero también podría asegurarte que, pensando en algo “serio y formal” como dices, podría traer ciertas “complicaciones” en el futuro.
Eres mayor de edad, quiero suponer que estas estudiando, también quiero suponer que eres lo suficientemente madura como para entablar una relación y para disfrutar de un noviazgo pero también para saber sobrellevar las dificultades que se van presentando, ¿no?
Otra cosa, pienso que nadie de tus amigas tiene el derecho (aunque muchas así lo crean) de decirte qué hacer o que no hacer de tu vida, pero sí es importante que consideres por ejemplo, la opinión o consejos de tus padres, que por cierto, ¿cuántos años dices que ellos tienen?
ANA