Usted está aquí
Mirador 07/06/16
Me habría gustado conocer a Ernesto Elorduy, músico.
Fue gran pianista y compositor de mérito. Sus deliciosas piezas de salón se oían en las tertulias y saraos en aquella Ciudad de México entrañable de la segunda mitad del siglo diecinueve.
Era bohemio Ernesto Elorduy. Sus cotidianas farras desesperaban a su esposa Trinidad. Cierto día don Justo Sierra le preguntó al artista:
—¿Cómo está Trini?
—Como siempre —suspiró él—. Trinando.
En otra ocasión estuvo a punto de ser atropellado por un automóvil, uno de los primeros que circulaban en las calles de la Capital. Explicaba el peligro en que se vio:
—¿Quién oye venir a uno de esos armatostes? ¡Parece que andan en calcetines!
Me habría gustado conocer a Ernesto Elorduy. Oigo una de sus danzas, un vals suyo, alguna de sus habaneras, y evoco el tiempo de aquella romántica bohemia que tenía una tristeza tan alegre y una alegría tan triste.
¡Hasta mañana!...