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Diario de una niña chípil… y medio pend...
LUNES.- Mi papi es el mejor papá del mundo. Yo soy su consentida y me da siempre todo lo que le pido. Sólo a mí. No me exige nada más que le quiera. Ni reglas ni disciplina. ¡Mi papi es el mejor!
MARTES.- No hay nadie como mi papi. No me importan las cosas feas que digan de él. Lo dicen los envidiosos, porque a mí me cumple en todo.
MIÉRCOLES.- ¡Mi papi es genial! Claro, tiene muchas responsabilidades y a veces no está de muy buen humor. Hoy le pegó a mi mamá y le gritó a mis hermanos cosas horribles. ¡Pero a mí me trajo una muñeca nueva! ¡Gracias, papi! ¡Nunca cambies!
JUEVES.- A mi papi le gusta el orden. No permite el ruido ni el desorden. En casa siempre reina la paz, porque si alguien rompe el silencio paga las consecuencias. Sólo a mí me permite gritar, correr, saltar y hasta romper algo si se me antoja. ¿No es eso ser un buen papi?
VIERNES.- Se dice que mi papi engaña a mi madre, que golpea a mi hermano y abusa de mi hermana. Que es flojo, vicioso y se gasta todo el dinero sólo en él. ¿Cómo va a ser eso posible, si hoy es mi cumpleaños y me ha organizado una gran fiesta? ¡Viva mi papito!
SÁBADO.- Hoy mi padre me dio una nalgada… ¡Lo odio!
No es chascarrillo, no es anécdota, ni cuento. Sírvame el improvisado diario de la niña chípil (y medio pend...) para ilustrar el devenir de la relación que históricamente ha sostenido el gremio magisterial con el despótico Gobierno de este País. Hoy que una buena porción del gremio sindical más numeroso de América Latina se levanta en una protesta masiva, es momento de hacer unas cuantas consideraciones.
Nuevamente, la polémica divide a una nación como México que lo que necesita es precisamente unidad, unidad en torno a un proyecto que nunca nadie nos ha presentado pero cómo andamos echando en falta.
Para unos, la disidencia magisterial no es sino un conglomerado de huevones parasitarios, revoltosos a los que lo último que les preocupa es la enseñanza.
Para otros es un sufrido y estoico gremio, que ha sido despojado de los más elementales medios de subsistencia, imposibilitado por la mafia burocrática para ejercer con decoro, hoy convertido en mártir por un régimen tiránico; es un romántico bastión del pensamiento revolucionario con tufo del Che y música de fondo de trova sesentera.
El problema no es problema (dijo el poeta guatemalteco), el problema es que manifestarse en apoyo al magisterio nos enemista con la mitad de México, mientras que expresar discrepancia provoca que se enojen con uno nuestras tías maestras y en cada familia hay por lo menos 20 y pos, ta’cabrón.
Yo no dudo que la disidencia docente tenga buenos motivos para manifestar su inconformidad (lo que me re-purga es que siempre lo hagan atropellando el derecho de otros, como es el obstruir las vías de tránsito).
Tampoco dudo que en efecto sea hoy el gremio víctima de una política que busca desarticularlo, diluirlo en número, fuerza e ímpetu (si fue muy útil en otro tiempo, hoy la bestia es demasiado obesa y brava como para coexistir con el siglo 21).
Reconozco incluso la legitimidad de algunas de las demandas docentes, como reconozco que creo que muchos incidentes violentos pudieron ser cometidos por infiltrados del Gobierno (no me consta), y reconozco todas las bajas humanas que en esta lucha aleguen haber sufrido los maestros.
Aun así, con todo y todo, no dejo de pensar en el magisterio como la niña que escribe en el diario líneas arriba.
¿Saben qué? Papá Gobierno no cambió de un día para otro, no se convirtió espontáneamente en un maldito HDP, intolerante, egoísta, vicioso, represor y salvaje. ¡Siempre lo ha sido!
En verdad dudo que no se hayan percatado antes, pero dado que eran hasta hace no mucho la niña consentida, creo más bien que optaron por no ver lo que era evidente dentro y fuera de la casa, que papi es un cabronazo que no respeta a nadie y que su interés es únicamente el seguir a la cabeza de la familia y eso, nomás por los beneficios que esto le representa.
Quizás al magisterio le duele saber que el incestuoso romance con papi no existía como tal (papi no quiere a nadie, más que a sí mismo) y que los privilegios, la flexibilidad, las fiestas, los regalos, no eran amor sino estrategias de un muy convenenciero plan maestro.
Hoy proclaman ser un movimiento apartidista, sin afanes políticos, pero han sido, durante mucho tiempo tan cercanos y serviles con el Poder que ello les vuelve sus cómplices y coautores del estado actual de caos, corrupción e ingobernabilidad que priva en México. Durante décadas, el magisterio fue parte activa y devota del régimen brutal que aun prevalece.
Hoy plañen por la sangre derramada de sus hermanos docentes. Muy lamentable, pero… ¡Bienvenidos a la realidad! ¿O no sabían que el Gobierno reprime, asfixia, tortura y mata? ¿No sabían o estaban muy a gusto viviendo la vida chicha de la niña chípil?
No, mis venerados docentes, al papi malo hay que aprender a reconocerlo desde el primer momento, no nomás cuando dejamos de ser sus consentidos. Y aquí estamos muchos que desde siempre hemos visto la cara horrenda de este padre cruel.
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