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Medalla para el espectador
Este espectador hizo un largo viaje aéreo.
Hace una múltiple inversión de hospedaje y transporte, Ha comprado los boletos para los eventos seleccionados. Llega a su asiento apartado y desde ese momento forma parte de la multitud de los graderíos. Calor fuerte y sol ardiente son soportados por él sin queja.
Todo lo ve a distancia, con jugadores y participantes liliputienses. Se auxilia con sus catalejos y echa ojo a una de las grandes pantallas del estadio. Se siente sumergido en el oleaje de estridencias y sonoridad olímpicas. Forma parte del gran espectáculo de destrezas y competencias.
Este otro espectador no viajó. No hizo gran inversión. El asiento está en su sala de estar. Solo oprime un botón y ya tiene delante el estadio, la ruta, la alberca olímpica, la cancha y las pistas. Tiene tantos ojos como cámaras captan el evento. Disfruta acercamientos y repeticiones y hasta vistas aéreas panorámicas de drones con cámara.
Algunos usan aplicaciones que dejan grabado en su teléfono celular los videos que pueden ver, después, en horario apropiado. No les importa una imagen simultánea. Pueden, además, repetir lo que más atrajo su admiración.
Así transcurren los días de los Juegos Olímpicos 2016 en Río de Janeiro, ante millones de espectadores de graderío o de sillón casero. Los que prefieren vivir la proximidad visual de las competencias o los que miran la pantallas que reciben la imagen, captada por las cámaras y transmitidas por la red de intercomunicación.
Visualizar a los deportistas de aptitud superior concentrados en la consecución de un objetivo, tensos y activos, ágiles y flexibles, solidarios y oportunos, disciplinados y fuertes es algo valioso y saludable, benéfico y motivador. La unción de la excelencia da esplendor a los movimientos. Resultan acertados, precisos, victoriosos superando riesgos.
Sobre todo para los jóvenes esas actitudes humanas les hacen ver que otro mundo es posible. Que violencia, torpeza, irregularidad, exceso y descarrío no alcanzan trofeo sino reciben descalificación. El ambiente de respeto unánime a reglas y a arbitrajes hace descubrir la alegría de una libertad responsable.
El deporte entonces es un camino para la unión fraterna en la diversidad para construir una verdadera paz. El espectador recibe la medalla de oro de haber aprendido o refrescado el concepto de dignidad humana y de haber recibido el ejemplo de una actitud no manipulada por impulsos ciegos ni violencias desbocadas. La diversidad necesaria en toda convivencia se acepta gozosamente en la sinergía de la complementación. Como se da en el cuerpo humano y en toda la múltiple interacción de la Creación…