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¿Igualdad de género?
El mundo cambia. A pasos agigantados. El ayer es una antigualla. El ayer quedó sepultado en un libro de historia. El ayer, literalmente. No me estoy refiriendo a lo que vivíamos hace un lustro o hace un año pues, no; el ayer es letra muerta. De un día a otro se autorizan leyes de “primer mundo” y como nosotros somos del tercer mundo, tratamos de imitar estas leyes de “avanzada” para contagiarnos. Así de sencillo. Pero, ¿estas leyes son bien recibidas en nuestros pueblos, en nuestras ciudades? No lo sé. Yo siempre veo el “prietito en el arroz” y pocas veces lo “positivo” de ello.
Dos ejemplos harto palpables antes de entrar en materia. En Coahuila se ha prohibido programar en estaciones de radio lo que se conoce como “narcocorridos” o melodías del género “alterado”, esos subgéneros de música popular o de banda que hacen una apología de la violencia y que incitan a cometer delitos a través de sus rolas. En Coahuila hay una ley al respecto. La cosa es que nadie la cumple. Tan es así que vino el famoso “El Komander” en días pasados a ofrecer una tocada en Saltillo; se presentó, vino y venció. Atestó aquello en los terrenos de la feria en Saltillo y no fue censurado ni molestado. ¿Y las Leyes de primer mundo? En papel están perfectas, en el mundo real y cotidiano, nadie las cumple.
Ojo, no pido que se censure al cantante “El Komander”, por ejemplo, sino que se retiren las leyes (se deroguen) precisamente por su inutilidad y falta de tacto y sentido común con la vida real que Javier Díaz o Verónica Martínez ni conocen ni habitan. Prohibir un producto no implica que no se consuma. La norma se viola con mayor placer. ¿Obesidad en México y Coahuila? Sí. Somos punteros a nivel mundial y nacional. ¿Hay leyes de primer mundo que ayuden a promover una alimentación sana y equilibrada? Sí, pero nadie las cumple ni las sigue.
Por un motivo: no hay dinero. Estamos jodidos. Ganamos miserias en nuestros centros laborales y la proteína tan necesaria para nuestro cuerpo y su funcionamiento, la consumimos únicamente en huevos (no hay para más), la energía para movernos la consumimos en… refrescos o gaseosas. ¿Están prohibidos los refrescos afuera de las escuelas? Sí, pero como no tenemos plata para jugos naturales, vamos a seguir consumiendo refrescos. Los impuestos a los refrescos no han frenado la obesidad. La Asociación Nacional de Productores de Refrescos y Aguas Carbonatadas (ANPRAC) ha señalado que el alto impuesto a los refrescos es “regresivo” (El Universal, 14 de julio 2016).
Esquina-bajan
Hay un impuesto para frenar el consumo de refrescos, es el famoso IEPS. Cuando el impuesto salió a la palestra pública en la miscelánea fiscal de 2014, el consumo de refrescos (ventas) cayó 1.9%, sólo para que al año siguiente aumentara 2% su consumo, según datos del INEGI. El 63% de los hogares de México que pagan este impuesto por comprar y consumir hartos refrescos son los hogares con ingresos más bajos. Somos los jodidos, pues. Y los consumimos porque no hay para más, como lo vimos líneas arriba.
¿Entonces para qué leyes de primer mundo si nadie las cumple y sí nos afectan en nuestra cotidianeidad? Se prohíben los refrescos al tasarlos con altos impuestos pero es lo único que podemos consumir y, claro, nuestros bolsillos lo resienten. No hay estudio que pruebe que con dicho impuesto se haya bajado la obesidad en México o Coahuila. Seguimos igual. ¿Van a dejar de escuchar a la Banda MS (balearon a su cantante en pleno Polanco en el DF), al Recodo (balearon un camión de su propiedad en carretera), a Gerardo Ortiz (le detuvieron por horas en Jalisco por hacer una “apología del delito”), a “El Komander” (vino, se presentó y nadie lo molestó) los jóvenes porque está prohibido en una ley? Absolutamente no.
Gran final: en Nueva York, el alcalde Bill de Blasio acaba de firmar una legislación para que los baños que sólo sean de un ocupante, sean para todos (El País, 11 de julio de 2016). Es decir, ya no habrá ícono alguno para definir a hombres o mujeres. No. Ahora todos los baños públicos podrán recibir en sus retretes a hombres, mujeres, niños, niñas, gays, transgénero… o lo que sea. Esto es lo de hoy en Nueva York. Sin distingo alguno en baños públicos y sus ocupantes. ¿Lo tendremos pronto en Coahuila? Imagino que sí, aquí todo imitamos… Aunque en la vida real, nadie cumple la regla.
Letras minúsculas
¿Usar un mismo baño por hombres, niñas, gays, transgénero, orangutanes es sinónimo de igualdad y equidad de género? Perdón, no entiendo ni madres.