¿Un país de mediocres?

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¿Un país de mediocres?

Cuando recién iniciaban los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, Brasil, y al presentir quien esto escribe el nulo éxito que se vislumbraba de los atletas mexicanos en las primeras justas y ser superados rápidamente sin oportunidad de medalla alguna, mandé vía SMS, de mi desvencijado celular, textos, palabras advirtiendo de lo anterior. Mi amargura se hizo presente. También la rabia y la impotencia, al final de cuentas, pasiones humanas. 

Mandé dicho mensaje lo mismo al hijo del viento, Francisco Martínez Ávalos, que al joven delegado federal de Telecom, Osvaldo Aguilar; se lo mandé al empresario Miguel Ángel Wheelock, al académico Martín Martínez Ávalos, a Gerardo Blanco, a Víctor S. Peña, al deslenguado columnista Luis Carlos Plata quien no se apiada de la atribulada alma en pena de María Monsiváis; se lo mandé al editor Gerardo Hernández, al chef Juan Ramón Cárdenas; el mensaje se lo envié al diputado federal Jericó Abramo Masso y a la senadora Hilda Flores. A estos últimos les pedí audiencia de charla con un sólo motivo: quejarme agriamente de la triste y pobre actuación que tenía un país de 140 millones de seres humanos llamado México. Una pobrísima actuación que no refleja la altura, carácter y grandeza de su pueblo. Al menos no para mí y lo creo. Quiero creerlo.

Pretextos hay cientos. Los mexicanos encontramos miles cuando se trata de defender lo indefendible y cuando se trata de fundamentar las derrotas. Un marchista en Juegos Olímpicos pasados, al dar su versión de por qué había quedado tan rezagado del pelotón de ganadores, dijo “es que un día antes la salsa de tomate del espagueti que comí estaba muy condimentada”. Le habían dado agruras. ¿Por qué al tiburón de la piscina, Michael Phelps, no le dan agruras con sus alimentos? ¿Acaso lleva un cocinero secreto? ¿Se alimenta o alimentó con  proteínas de otra galaxia para así ganar 28 medallas, 23 de oro, en los 5 Juegos Olímpicos en que participó, incluyendo ya Río? ¿Qué comía, qué alimentos secretos devoraba este escualo humano? Comía hamburguesas con papas y refresco, un paquete conocido como la “Big Mac”. Sí, de esa cadena gringa llamada McDonald’s. 

¿Somos un País de mediocres? No. Absolutamente no. Sigo pensando que en Topolobampo, Sonora, toca piano un niño de siete años que sólo necesita apoyos para convertirse en un concertista de talla mundial. Sigo pensando que en Monclova, Coahuila, un niño de 9 años corre más rápido que cualquiera y sólo necesita de apoyo constante para convertirse en un nadador de competencia y prospecto para los próximos Juegos Olímpicos. 

Esquina-bajan
Tanto el diputado Jericó Abramo Masso, como la senadora Hilda Flores me citaron para tomar café e intercambiar puntos de vista. Agradezco el largo y dilatado tiempo que me dispensaron. Pero quien esto escribe no podía dejar pasar que nuestros representantes en las dos cámaras de la Nación, escucharan mis argumentos, mi tribulación y quejido al respecto. Ambos, conocedores de los entretelones de la política nacional, me platicaron de los bemoles y problemática que rodea al deporte olímpico. Y no sólo al deporte pues, sino a la ciencia, la tecnología; al plano educativo con el grupo de choque llamado CNTE que tiene en un puño a Guerrero, Veracruz y Chiapas; a la cultura; es decir, la problemática del País.

Los mexicanos tenemos anhelos y fuerza para estar en el pódium, para ganar, para ser los mejores. Pero nunca va a pasar si tenemos funcionarios tan mediocres como Alfredo Castillo (Conade), Carlos Padilla (presidente del COI nacional), Javier Díaz (diputado local que no fue para conseguirle apoyos estatales al arquero Ernesto Boardman quien, en Nuevo León, lo presumieron en espectaculares como uno de ellos. Uno de los “regios” apoyados por Jaime Rodríguez no por Rubén Moreira)…

En el País nada funciona. Es culpa de la burocracia, no de los deportistas (la Conade de Castillo destina 196 mdp de su presupuesto a  salarios de burócratas y sólo 16 mdp a vestuario y artículos deportivos). El diputado Jericó Abramo Masso me habla de problemas no de hoy, sino de tipo estructural que se vienen arrastrando. Habla de inercias y carencias, habla de ajustes y sinsabores y sí, sin negarlo, advierte de los atletas afectados. Abramo Masso maneja su mazo de naipes verbal con todos los datos disponibles y no miente ni engaña. No justifica; mejor aún, exige también resultados. Del tema olímpico pasamos al tema político y la sucesión en Coahuila. Era obligado. Lo voy a contar aquí la próxima semana. 

Letras minúsculas
“Feliz del que aguanta la prueba, porque una vez probado, recibirá la corona de la vida…” Santiago 1:12. ¿Somos un País de mediocres? No.