País, Nación, Patria

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País, Nación, Patria

No se dice que septiembre sea el mes del País o de la Nación.

Cuando se dice Patria no hay referencia a instituciones, estructuras, a oficialidad. 

Tampoco se hace alusión a una relación continental o mundial, a una identidad peculiar frente a otras comunidades políticas. Al decir Patria se piensa en algo espiritual idealizado. No es algo para describir o comparar sino para sentir y amar. 

La tierra, la raza, la lengua, la cultura, la historia y la fe se captan como un diamante polifacético en que cada individuo ve su propia imagen. Forma parte constitutiva del mundo afectivo, íntimo. Se vincula con lo ancestral, lo propio, lo entrañable. Genera una actitud de lealtad incondicional. La expresa mejor el signo, el símbolo que las palabras. No es sólo un orgullo por una suma de excelencias constatadas. Tiene también relación con la sangre, con el dolor, el esfuerzo y la nobleza de quienes se sacrificaron por la verdad, la justicia y la libertad.

La Patria es pertenencia. Por eso regocija, entusiasma, alienta, reconforta y duele. 

Todo lo que puede derramarse con nobleza: sangre, sudor y lágrimas está en los recuerdos que se han hecho historia. No se capta siempre como lo más perfecto pero sí como lo más amado.

Todas las vidas van dejando su huella. Algunas han sido generosas y fecundas otras se vuelven tumorales, encapsuladas y dañan. Conjugaron verbos equivocados y optaron por lucrar en lugar de servir. Pero esos han sido los vientos contrarios que pudieron aprovecharse para ascender. Surgieron los desafíos que abrieron el abanico de las oportunidades.

Se dice de septiembre que es el mes de la Patria porque en él se muestra más la bandera, se da el grito y se organiza el desfile. Los mexicanos que han emigrado a la nación vecina, al país del norte, acentúan más el 5 de mayo aunque no dejan de dar el grito septembrino.

Como País tenemos el reto de lograr reformas que no deformen. Como nación, la tarea de elevar siempre la voz por la libertad y la paz. Y la Patria será siempre el sueño a realizar. El “¡viva!” de las plazas expresa  una aspiración de convertirse,  algún día, en un “¡vive!” de realización y de victoria. 

En esta etapa, el acero que hay que aprestar es el que construye la paz y la brida que no hay que soltar es la que conduzca a esa Patria coronada de oliva por manos arcangélicas de paz y cuyo destino, en manos humanas, está escrito en el cielo por dedo divino.