Mirador 15/10/16

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Mirador 15/10/16

Me alegró mucho el otorgamiento a Bob Dylan del Premio Nobel de Literatura.

No es él un poeta en el sentido estricto de la palabra. Pero ningún poeta lo es en ese sentido. Lo que hace que cada poeta sea un poeta es haberse liberado del sentido estricto de las palabras.

Con Bob Dylan el Premio Nobel, que siempre ha llegado sólo a las capillas y cenáculos, a los círculos académicos e intelectuales, llega ahora a la calle, al Metro, a los bares, a la ciudad donde los muchachos gritan y los hombres y las mujeres cantan y maldicen. Es un saludo a la gente común; un reconocimiento a aquéllos que han querido cambiar el mundo antes de ser aplastados por él.

Siempre me ha sido un poco antipático aquel premio: lo recibió José Echegaray y no se le entregó a Borges. Me reconcilio con el Nobel –también un poco– ahora que la Academia Sueca fue insólitamente tocada por un hálito fresco de locura.

¡Hasta mañana!...