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‘Somos pobres’
ESTIMADA ANA:
Hace unos días, uno de mis hijos me pidió cuidar unas cuantas horas a mis dos nietos. Yo, encantada de hacerlo, me dediqué la tarde entera a jugar con ellos, a leerles unos cuentos y a platicarles un poco de mi infancia.
Verá, a mis hijos económicamente no les falta nada y les ha ido muy bien bendito sea Dios, pero a veces veo que de tanto trabajo que tienen tanto él como mi nuera, les hace falta dedicarles un poco más de tiempo a los niños.
Y es que ahora tienen cuanto aparato electrónico se pone de moda, olvidándose de jugar al aire libre como nosotros lo hacíamos, ellos solo están frente a la televisión y a veces ni cuenta se dan cuando cae la noche.
Aquella tarde les platiqué sobre todos aquellos juegos a los que yo jugaba hace tantos años y ellos sólo me veían asombrados, incrédulos. Se sorprendían cuando les platicaba que jugaba a las escondidas al balero y a la matatena, que por cierto no sabían qué era.
Casualmente, días después me tocó leer una reflexión y quise escribirle para compartirla con usted y sus lectores, pues vi que y ha compartido algunas en días anteriores.
Muchos saludos Ana, es un gusto estar en contacto con usted, ojalá le guste la reflexión.
Antonieta
Un padre económicamente acomodado, queriendo que su hijo supiera lo que es ser pobre, lo llevó a que pasara unos días con una familia campesina.
Después de unos días con ellos, retornando a la ciudad en el auto, el padre le preguntó a su hijo: ¿Qué te pareció la experiencia?
-Bueno, le contestó el chico, muy buena la experiencia, con la mirada puesto en la distancia.
¿Y qué aprendiste?, insistió el padre. El hijo contestó, bueno nosotros tenemos un perro, y ellos tienen cuatro, nosotros tenemos una piscina con agua estancada que llega a la mitad del jardín y ellos tienen un río sin fin con agua cristalina, donde existen pececillos y otras bellezas.
Nosotros importamos linternas del Oriente para alumbrar nuestro jardin, mientras que ellos se alumbran con la luz de las estrellas y la luna.
Nosotros cocinamos nuestra comida en estufas, ellos siembran y cosechan la de ellos. Nuestro patio llega hasta la cerca y el de ellos llega hasta el horizonte. Para protegernos, nosotros vivimos rodeados por un muro con alarmas, ellos viven con sus piertas abiertas, protegidos.
Nosotros vivimos conectados al celular, a la computadora, al televisor, ellos en cambio, están conectados a la vida, al cielo al agua, al verde del monte, a los animales, a sus siembras y a su familia.
El padre quedó impactado por la profundidad de las palabras de su hijo y entonces el hijo terminó: Gracias papá, por haberme enseñado lo pobre que somos.
Moraleja : Cada día estamos más pobres de espíritu y la apreciación de la naturaleza, que son las grandes obras de nuestro creador.
ESTIMADA ANTONIETA:
La reflexión nos deja un claro mensaje a todos los que somos padres o madres de familia: la importancia de darle el verdadero valor a las cosas, saber que la vida se pasa en un instante y es preciso vivir cada momento.
Gracias a usted por escribirnos, un gran saludo de regreso.
ANA