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Estrategias

La anunciada salida de los comunicadores Joaquín López-Dóriga, Adela Micha, Víctor Trujillo y otros más de la empresa Televisa, ciertamente, causó sorpresa a gran número de mexicanos. Sin embargo, era noticia esperada por otros más que vieron un preámbulo ominoso en la salida, hace apenas unos meses, del propio López-Dóriga del horario estelar de las noticias y la marcha de Lolita Ayala.

Las razones esgrimidas, las necesidades de orden comercial y el paso a nueva programación, se presentaron en un sencillo comunicado que apenas si se hizo notar. Incluso, los involucrados hubieron de contestar por las redes sociales a quienes se enteraron de la noticia de ese modo.

Una programación diferente se venía viendo. La demanda social de novedosas formas de comunicación se gestó a través de los últimos años de manera silenciosa, pero definitiva. La sociedad, a través de Internet, empezó a encontrar lo que en las empresas televisivas no veían.

Las opciones a inéditas formas de entretenimiento, de acceso a la información y de posibilidad para la reflexión y el análisis. A todo ello intentaron ajustarse los programas de la tele. Así, los empezamos a ver con una cada vez mayor dosis de audacia en los contenidos, pero sin dar el brinco aún para llegar a competir con los que las redes hacían circular sin más dificultades, incluso en el uso de un lenguaje que a la televisión se le tenía vedado o al menos acotado.

El intento se hizo: más imágenes; sacrificio de la información en algunos programas, si eso incluso era posible. También se dio entrada a foros de reflexión sobre temas nacionales, programas donde se presentaban reportajes con una (presunta) más amplia gama de detalles y enfoques.

La presencia, hasta cierto tiempo, de mujeres y hombres comunicadores al frente del micrófono que resultaran un referente temporal para el auditorio fue todavía hasta hace poco una de las apuestas de mayor alcance. Basta plantear aquí el tiempo que estuvo al frente de la pantalla un Jacobo Zabludovsky; cuántos Guillermo Ortega y cuántos López Dóriga en el horario estelar de las noticias. Sumando los años de todos, más de tres décadas al aire.

A su manera, la televisión enfrenta ahora los retos que enfrentó el periodismo sustentado en papel cuando la TV llegó. Con la popularización del uso del Internet, la mayoría de los periódicos optaron por utilizar la plataforma cibernética para afianzar su presencia.

Los tiempos de cambio deberán considerar al nuevo auditorio fraguado en los últimos años en que la red extendió su telaraña en el mundo de la comunicación. Si bien los niños tenían hasta hace algunos años su mundo aparte, desde ya, su universo actual se ha integrado a esa red. Sería interesante conocer el número de niños mayores de 10 años que ya están interactuando activamente en ella. (De los menores de 10, bueno, otro cantar, aunque igual de interesante). Pero si bien son los pequeños los que ya están con ella involucrados, en el mundo de la información al cual nos referimos ahora, el grupo de los adultos tiene un enfrentamiento distinto que debe ser considerado por las televisoras que viven en este momento decisivo en proceso de transformación. ¿Qué sigue para ellas?

¿A qué le apostarán para atraer y eventualmente conservar al auditorio? ¿En qué han de cifrar su apuesta?

El niño de hoy, el joven, el adulto y un porcentaje cada vez mayor de adultos mayores buscan información, buscan que esa información esté validada; en una exploración también de referentes, pero no referentes intocables como mucho tiempo lo fueron algunos. Referentes con alto grado de credibilidad, como al parecer se intentó con Denise Maerker.

La dinámica de la información es otra. De las personas que la difunden depende en alto grado el seguimiento que le dará el auditorio.

En el conocimiento de ese auditorio, en sus necesidades, pensamientos, reflexiones y formas de conducirse para disponer de la información, se logrará el éxito que ya intenta alcanzar una de las que por mucho tiempo se erigió como la más importante televisora de nuestro país. La única, por largo tiempo.