Mirador 16/12/16

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Mirador 16/12/16

Se le acabó la vida a mi compadre Jesús de León Cepeda. Su muerte, con todo y haber sido tan sentida, fue una bendición. Quebrantos penosísimos del cuerpo lo tenían postrado. Ahora está en paz; ya no hay para él dolores ni aflicción.

Fue mi compadre Chuy un hombre bueno. Tenía raíz de campo; sabía de los trabajos de la tierra. Narraba con travieso ingenio los dichos y hechos de la gente de Arteaga, solar de sus ancestros. Ahí vivía, en la calle por la que pasa el agua de la acequia bajo los centenarios álamos.

Murió tranquilamente, rodeado de los suyos. Junto a él estuvo la ejemplar compañera de su vida, Martha, tan buena como él, tan señora de su casa. Estuvieron con él sus hijos y sus nietos, de los que tan orgulloso estaba. Estuvo toda su familia, gente de bien toda.

Se me van yendo los amigos buenos. Del cálido grupo de compadres tres se han adelantado ya. Con tristeza los hemos visto irse, pero los recordamos siempre con la esperanza que nace de la fe. Así recordaremos a mi compadre Chuy. Seguirán con nosotros su calidad de hombre de bien, su alegría campirana, su sencillez y su bondad.

¡Hasta mañana!...