Usted está aquí
Mirador 05/01/17
La noche aquí es más noche.
En la casa viven muchos años, y entonces la oscuridad nocturna es más oscura, tan oscura que apaga el rumor de las conversaciones que a esa hora sostienen los antiguos muebles.
Por la mañana encuentro restos de las palabras que dijeron. Algunas quedaron en un rincón; otras se enredaron en los gruesos cortinones que no dejan pasar la luz ni la realidad.
Trato entonces de reconstruir el diálogo de los roperos; del baúl que de la ciudad trajo la abuela cuando su marido la trajo de la ciudad; del reclinatorio puesto frente a la estampa de la Virgen de la Luz. Perteneció a don Ignacio De la Peña, el fundador de la casa, pero –dice la conseja familiar- nunca se arrodilló en él: se hincaba en el vivo suelo para mortificarse al pedir perdón por sus pecados.
De noche hablan las cosas, y en el día callan. Me pregunto si a través de ellas hablan los que se fueron ya. Pero para saberlo es necesario oír. Y yo no sé oír.
¡Hasta mañana!....