De esos ejercicios literarios inútiles en el centenario de la Constitución Mexicana

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De esos ejercicios literarios inútiles en el centenario de la Constitución Mexicana

Foto: Especial
 
“Artículo 87. El presidente al tomar posesión de su cargo, prestará ante el Congreso de la Unión o ante la Comisión Permanente en los recesos de aquél, la siguiente protesta: "protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión, y si así no lo hiciere que la nación me lo demande”, Constitución mexicana.
 
Siendo las horas del alza de precios, en el día de las simulaciones constantes, en esta república que nos alberga, escribo a las autoridades que gobiernan el país, presidentes, diputados, senadores, gobernadores, secretarios nacionales y estatales, magistrados, jueces, presidentes municipales, cabildos, y ex funcionarios en estos rangos, pues en general son quienes articulan y toman decisiones que enderezan o quiebran a este país (sin considerar en este ejercicio los tratos debajo de la mesa, ni los criterios del Fondo Monetario Internacional, ni del Banco Mundial, ni de Estados Unidos que también cuentan, pero en teoría, no debieran)
 
Posiblemente trabajen ocho, 12 o 24 horas, pero como muchos preguntamos sin respuesta: ¿para quién o quiénes? ¿Cómo honran sus cargos si en este estado actual de las cosas, criminalizan la protesta y toman medidas punitivas contra un malestar generado por salarios míseros ganados en empresas y maquiladoras que ven a hombres y mujeres, como seres menos que humanos? Y es que muchos aguantaban, incluso el año pasado, con poco, todavía aguantaban el pie sobre sus cuellos, pero ustedes apretaron más. Y ahora se asombran del resultado.
 
La cuestión más honda de esta crisis generalizada de corrupción, es que para este grupo, hay solo tres clases de ciudadanos: los que les sirven para llegar a donde se encuentran, los que trabajan en silencio cubriendo sus impuestos, y finalmente la masa que con migajas e ignorancia los mantiene con su voto, en esos puestos. El asunto es que este grupo carece de conciencia y empatía: no ven, no escuchan y no consideran los requerimientos mínimos de estos otros que constituyen el pueblo, origen y motivo de sus cargos.
 
El asunto es que las leyes tienen remiendos a modo, se modifican artículos o fracciones a conveniencia de épocas electorales o de temporadas en donde hay qué ocultar o proteger a alguien en específico. Y un punto angular: leyes usadas desde el poder para nulificar acciones colectivas.
 
Si ciudadanos redactan pliegos petitorios sustentados con firmas numerosas, para ser válidos, entran en un camino laberíntico y leguleyo. ¿Cómo entonces podemos hacer cumplir, por ejemplo, el fragmento del artículo 87, en el que el Presidente, se compromete a “desempeñar leal y patrioticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión; y si asi no lo hiciere que la nación me lo demande"?. ¿Qué son las protestas sino demandas del pueblo que deben ser escuchadas, desahogadas, analizadas y resuletas? Y este año, en este contexto, la Constitución cumple 100 años.
 
Muchos pedimos, y no estoy diciendo nada nuevo, llego tarde a esto, pero va: eliminen la categoría de plurinominales, reduzcan a la mitad los diputados y los senadores, bajen sus salarios a la mitad, eliminen sus partidas secretas, eliminen las pensiones vitalicias, vivan con servicios de salud y educación públicos. Tengan empatía: pónganse en los zapatos de los más necesitados: un día viviendo así, no más. Paguen sus gastos personales, su gasolina. Abandonen la seguridad personal y vivan como la mayoría a la que dicen gobernar. Es parte de una lista larga que ustedes bien conocen porque todo lo saben. Solo así les creeremos. Mientras, lo que legislen, lo que digan, son simulaciones. Demuestren que comprenden a quienes dicen gobernar y de quienes se sirven, porque desde esas cómodas condiciones, no tienen oportunidad de abrir los ojos, ni de entender, de veras entender. Nadie, ninguno de nosotros tampoco podría de vivir en esa burbuja en la que ustedes viven. Rápido las palabras lisonjeras nos sedarían, y pensaríamos, como piensan ustedes, que nadie nos entiende, que es envidia, que es encono de gente bruta. Oh, es fácil; claro que haríamos caso omiso. Y no, a nadie nos gusta el tufo a descomposición, pero ya no es posible ocultar la peste. Y sí, hay muchos doctores Bernard Rieux, pero son insuficientes.
 
Aquí dejo estas palabras, exabruptos de una nadie que no los comprende, van para ustedes, quienes seguirán aceitando la rueda y los argumentos, para conservar sus beneficios.