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¿Por qué a las empresas de tecnología no les gusta Trump?
Hace dos semanas, cuando el presidente de EE.UU., Donald Trump, firmó un decreto ejecutivo que prohibía la entrada al país a las personas provenientes de algunos países, las redes sociales y el mundo de la tecnología perdieron los estribos.
En la prohibición, Trump incluyó a siete países categorizados como incubadoras de terrorismo por la administración de Barack Obama. Las personas provenientes de Siria, Irak, Irán, Sudán, Somalia, Yemen y Libia no serán bienvenidas en EE.UU. durante 90 días. Se frenó el procesamiento de refugiados por tres meses. Se suspendió por tiempo indefinido la verificación de refugiados sirios.
Este decreto ejecutivo no debería dejarnos pasmados; sabíamos que llegaría. Pero la forma en la que apareció es parte de la razón por la cual estallaron protestas en los aeropuertos de todo el país. Como Trump no permitió que quienes ya estaban en viaje pudieran acceder a Estados Unidos, las agencias de seguridad dejaron varadas a cientos de personas aquí y en el exterior.
Según Bloomberg, Sundar Pichai, el máximo ejecutivo de Google, envió un mensaje a todos sus empleados que estuvieran de viaje fuera del país para que volvieran a EE.UU. lo antes posible. La empresa también manifestó su inquietud porque políticas como esa pudieran dificultar la llegada de talentos al país.
Reed Hastings, el máximo responsable de Netflix, publicó en Facebook que “las medidas de Trump están perjudicando a empleados de Netflix en todo el mundo, y son tan antiestadounidenses que nos duelen a todos”.
Más de 1.000 personas varadas por el decreto ejecutivo llamaron al American-Arab Anti-Discrimination Committee. Muchas de ellas recurrieron a Twitter para contar sus historias.
El fin de semana, las autoridades detuvieron a varios refugiados iraquíes al llegar al aeropuerto internacional John F. Kennedy en Nueva York. Uno de ellos había trabajado para el Gobierno estadounidense en Irak durante diez años. Este hombre ayudó a Estados Unidos, probablemente poniendo su vida en peligro, y ahora no lo queremos dejar entrar a nuestro país.
Las aplicaciones de viajes particulares también se sumaron al debate. La Alianza de Taxistas de Nueva York tiene muchos empleados musulmanes y ordenó a sus 19.000 conductores que hicieran una hora de huelga en protesta contra el decreto ejecutivo. Como los de Uber siguieron trabajando, el hashtag #deleteuber (“borra Uber”) empezó a convertirse en tendencia, y miles de personas prometieron no volver a usar el servicio.
Lyft se sumó a las críticas contra las medidas de Trump y para ayudar a combatir lo que se siente como una injusticia, donó US$1 millón a la American Civil Liberties Union.
El domingo, el máximo ejecutivo de Uber, Travis Kalanick, envió un e-mail a sus empleados en el que afirmó que la empresa brindará apoyo legal a los choferes que estén tratando de regresar al país. Además, Uber compensará a los conductores por el lucro cesante y creará un fondo de defensa legal de US$3 millones para ayudar a los choferes con los servicios de inmigración.
Airbnb intervino y declaró a TechCrunch que ayudará a los varados. Tres millones de hogares se ofrecen en alquiler en su sitio, y Airbnb sostiene que cualquier refugiado afectado por el decreto ejecutivo podrá quedarse sin cargo en una de sus casas.
Más empresas de tecnología aportaron lo suyo: Tim Cook envió un e-mail a toda su empresa en el que cuenta que Apple no existiría si no fuera por la inmigración (el padre de Steve Jobs era un inmigrante de Siria). Twitter tuiteó que su empresa “está compuesta por inmigrantes de todas las religiones. Los apoyamos y estamos de su lado, siempre”. Y el líder de Facebook, Mark Zuckerberg, publicó: “También deberíamos dejar la puerta abierta a los refugiados y a quienes necesiten ayuda. Así somos nosotros”.
Twitter is built by immigrants of all religions. We stand for and with them, always.
— Twitter (@Twitter) 29 de enero de 2017
El decreto ejecutivo explica que el secretario de Estado, el secretario de Seguridad Nacional y el director de Inteligencia Nacional decidirán qué necesitamos hacer para cerciorarnos de que los refugiados no planteen una amenaza a la seguridad y el bienestar de EE.UU. No estoy en desacuerdo con esa tarea, pero la forma en la que se promulgó la prohibición no fue la ideal. Tiene que haber una forma de implementar la medida sin varar a cientos de personas y dejar a otras totalmente confundidas respecto a su status.
Además, la ejecución de la prohibición presenta otros problemas. El decreto ejecutivo menciona específicamente los atentados del 11 de septiembre y afirma que nadie analizó con suficiente cuidado las solicitudes de visas de los terroristas. El problema es que ninguno de esos hombres provenía de los siete países de la lista. Los críticos en Internet están destrozando la medida y usan el hashtag #MuslimBan (“veda de musulmanes”) porque los siete países afectados son de mayoría musulmana.
En Facebook, Trump señaló que más de 40 países no incluidos en la prohibición también son de mayoría musulmana, pero hay una trampa: en una parte del decreto ejecutivo se dice que bajo circunstancias específicas los secretarios de Estado y Seguridad Nacional pueden decidir aceptar la entrada de ciertos refugiados a Estados Unidos. Una posible excepción sería si la persona pertenece a una minoría religiosa en su país de origen y enfrenta persecuciones religiosas.
Los únicos miembros de una minoría religiosa que sufren la persecución de ese tipo en los países vedados son cristianos. Los musulmanes nunca entrarían en esa categoría. Así las cosas, ¿se trata realmente de una #MuslimBan? Usted decide. Y luego use las redes sociales —como todos— para contarle al mundo qué piensa.