Llegaron los robots

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Llegaron los robots

Tienen razón Donald Trump cuando levanta la alarma del desempleo y la falta de oportunidades para la clase trabajadora estadounidense. Si analizamos con cuidado y sin prejuicios ideológicos, lo que Trump sostiene al respecto, es muy similar a lo que dice su opuesto ideológico, Bernie Sanders. Así lo reconoce el propio Sanders en las redes sociales.  

Pero el Presidente de los Estados Unidos se equivoca al achacar el problema a México o a los mexicanos. De hecho, los dos países sufrimos el mismo problema. Este mundo genera cada vez más riqueza material, pero no más empleos. El rendimiento y la producción suben; los empleos disminuyen. Ganar más con menos, el paraíso del inversionista y un calvario para el trabajador. Éste es uno de los varios orígenes de la desigualdad atroz que padece México y el mundo entero. 

Un buen amigo dice que el mundo enfrenta tres grandes retos: La convivencia entre los robots y los derechos humanos; la salvaguarda del medio ambiente y la conquista del espacio.

El desempleo creciente en Estados Unidos y el resto del mundo, no obedece a la afluencia de migrantes o refugiados; sino a una robotización que desplaza mano de obra y optimiza utilidades. Así serán los retos del futuro y las respuestas que demos serán cruciales para México y la humanidad entera. 

Un estudio del Brookings Institute muestra cómo en 1980, la producción industrial estaba íntimamente ligada al número de empleos necesarios para generar esa producción. Treinta y siete años después, la gráfica muestra precisamente lo opuesto: La producción sigue creciendo mientras que los empleos van a la baja, en sentido diametralmente opuesto. Mucho más producción que en 1980, con menos empleos.

The Economist señala que en 2037, el 47% de los empleos que tenemos en este año, serán ocupados por robots. Ray Dalio, fundador de Bridgewater Associates, la mayor firma de fondos de cobertura en el mundo, desarrolla un proyecto llamado El Libro del Futuro. Se trata de una tecnología que automatizará la mayor parte de la gestión de la empresa. El nivel de detalle de esta tecnología llega al extremo de grabar las conversaciones cotidianas de los equipos de trabajo, de tal manera que el comportamiento de los robots se asemejará al de los humanos de hoy. El propio Dalio podrá garantizar que sus instrucciones trasciendan la vida de su autor. 

Para bien o para mal, los robots llegaron para quedarse; la pregunta es si nos adaptaremos a ellos como amenaza o como oportunidad. Bill Gates se puso a la altura de las circunstancias, el fundador de Microsoft lo dijo con toda claridad en un video que se difundió en días pasados: “habrá que fijar un impuesto a los robots”, a su trabajo y a la producción que generen. Cada empleo que elimine un robot, deberá tener un costo fiscal.

Otros han señalado que la era del robot es una oportunidad para establecer un ingreso mínimo para todos los seres humanos. Un ingreso que cubra las necesidades básicas de todos. Algunos países nórdicos ya están planeándolo con toda seriedad. No como un subsidio per se, sería un producto del trabajo realizado por robots. Los humanos dispondríamos de más tiempo. Sería una oportunidad de ayuda mutua y de tendernos la mano unos a otros. Recibir un ingreso base para cuidar del familiar enfermo, del anciano, del recién nacido o de la pareja embarazada. Una oportunidad de tender lazos de solidaridad.

Se dice que en veinte años, sólo el 1% de las tecnologías actuales estará en uso. Estamos apenas vislumbrando el mundo del futuro. Todo es posible y puede ser una oportunidad para bien. Sólo hay un obstáculo a superar: el egoísmo de los que se resistirán a pagar “su hipoteca social”, la sed de poseer más y más o la simple flojera y comodidad del que prefiere el placer en vez del mínimo esfuerzo. Pareciera que nada es suficiente. ¡Qué paradoja!, la amenaza que enfrentamos en plena modernidad es la más antigua de todas: el egoísmo y avaricia de los pocos que tienen demasiado, en perjuicio de los muchos que tienen poco o nada.

Twitter: @chuyramirezr
Facebook: Chuy Ramírez