Cómo ganar poder y respeto

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Cómo ganar poder y respeto

El poder no es necesariamente malo, pero hay que saber usarlo. Por ejemplo, el poder basado en la dominación hace sentir a los demás incómodos y despreciativos. El respeto es un valor fundamental de la responsabilidad social. Y al igual que la honestidad, es un valor imprescindible para la convivencia entre las personas.

Aquí le diremos cómo se obtiene el poder y cómo se gana el  respeto...

Comencemos por entender lo que son cada uno de estos dos valores. ‘Poder’ es la capacidad de obtener lo que uno quiere. El poder no lo proporciona la gerencia de una empresa importante ni una oficina más grande que las demás;  tampoco se obtiene de pertenecer a un partido político o a un gremio, ni de vestir ropa cara o de manejar un coche de modelo reciente.

El poder tampoco está en hacerse el importante. De hecho, el poder basado en la dominación dura muy poco, ya que hace sentir a los demás incómodos, y despreciativos.

El ‘respeto’ es un concepto más complejo; por ejemplo, es hacer sentir a los demás que son importantes, cualquiera que sea el oficio que desempeñen.

Por una razón muy obvia: tener sentido de respeto es la esencia del derecho inalienable de sentirse útil —por ejemplo, útil a la familia,  a los conciudadanos, al trabajo, a la sociedad y al Estado.

El respeto ha sido por lo regular mal comprendido. Por ejemplo, los gobernantes siempre han buscado que se les respete, en vez de acentuar la importancia de que sus funcionarios respeten a la sociedad y a cada uno de sus ciudadanos. Si los individuos de una sociedad sienten que son respetados, verán todo ese respeto reflejado en sus gobernantes.

El poder casi siempre giran en torno a los jefes. Por eso el lugar de trabajo es donde la gente se siente más indefensa cuando las cosas no funcionan bien. En el trabajo siempre hay alguien por encima de uno que puede anularlo.

Por eso cuando se trata del trabajo hay que entender una cosa: no tiene ningún sentido buscar paridad con los jefes. 
Hay algo mejor que eso… 

En ningún lugar es más valorado el poder y el respeto que en el ámbito hogareño. En casa, el principal motivador, el mayor influenciador y el poder más grande viene de la seguridad que usted le provee a su familia. El reto es canalizar el afecto que usted siente por su pareja y sus hijos para que ellos se lo devuelvan en aprecio y respeto. Aquí está cómo:

Mantenga el balance

No se trata de que cada quien tenga la misma opinión sobre todas las cosas. Es típico que cada miembro de la familia sea dominante en áreas diferentes. Lo importante es que todos sientan que el balance es equitativo y cómodo.

Construya confianza

El respeto y el poder pueden ocurrir sólo cuando una persona se siente segura. Usted probablemente ya dijo todo lo que tenía que decir sobre este punto el día que estuvo con ella ante el altar; fue cuando prometió que siempre estaría ahí, que no malgastaría el tiempo en otro lado y que la amaría y respetaría (esas frases merecen ser recordadas y repetidas ahora y siempre).

Pregúntele a los demás

Es bueno pedir comentarios sobre lo que los demás piensan de su forma de comportarse, y es una de las maneras más poderosas de construir relaciones. Esto hace sentir a la gente que le rodea más a gusto con usted.

Invierta en sus hijos

No hay mejor manera de ganarse el respeto de los hijos que entender lo que les sucede: saber cómo son sus amigos o guiar sus decisiones, más que estar solamente alrededor de ellos corrigiendo los detalles más insignificantes.

Si usted sabe lo que quiere para su familia, déselo. Se lo devolverán en respeto y poder. 

Filosofía del respeto

Los abuelos de todas las épocas, cuando se han referido a las nuevas generaciones, siempre han visto en ellas ‘falta de respeto’ hacia las normas establecidas.

Lo que en realidad sucede es que las nuevas generaciones tienden a ser cada vez más libres, lo cual da la impresión de dejar en un segundo plano el respeto, la responsabilidad y el deber, tres conceptos importantísimos alrededor de todo lo que hacemos.

Pero no se trata de una ‘falta de respeto’, sino de otra manera de enfocar la vida, acorde con los cambios que implica una sociedad más libre y progresista.

El  respeto no puede separarse de la responsabilidad, de hecho, el respeto implica precisamente responsabilidad. Y ser responsable conduce a ser respetado.

El vínculo moral

El respeto es un sentimiento moral, y el ámbito moral involucra la auténtica personalidad del ser humano. Sin el respeto a nuestra conciencia moral perdemos la dignidad, ya que es en el ámbito de la moral en donde realmente nos distinguimos de los animales.

En otras palabras, al guiarnos por la moral tomamos conciencia de nuestra verdadera esencia existencial. Por lo tanto al someternos a la moral nos enaltecemos como seres humanos. Y es incluso cuando descubrimos nuestra dignidad.

El respeto siempre viene ligado a la moral y a la responsabilidad. Por lo tanto, lo que nos hace actuar, bien o mal, está definido por el grado de respeto, de moral y responsabilidad que sentimos hacia todo aquello que nos rodea.

Más claro

‘Responsabilidad’ significa que uno debe responder por sus acciones. 

Pero si el sentido de responsabilidad se fundamenta en el cumplimiento del deber por miedo al castigo, entonces la responsabilidad no será un verdadero compromiso, dado que se basa en el temor.

El verdadero compromiso es siempre moral y por lo tanto voluntario porque está en función del respeto por aquello ante lo que somos responsables.

El respeto es un valor que se gana siéndole útil a la sociedad, es decir, siéndole útil a la familia, a los conciudadanos, al trabajo, a los amigos y al Estado.

Para construir poder y repeto en el ámbito laboral, conviene seguir las siguientes tácticas:

Resístase a ser adulador

Andar de salamero con el jefe no es una buena idea. De hecho, la mediocridad de exaltar al jefe es posible que acentúe el poder de él, pero no el de usted. En vez de eso, usted necesita trabajar para construir respeto alrededor de su jefe, para que él también lo respete a usted. En otras palabras, usted necesita comportarse  de una forma que no sea ni provocativa ni servil.

Una manera de hacer esto es expresar sus convicciones cuando no esté de acuerdo. Sólo asegúrese de que su jefe sepa que usted es una persona abierta y dispuesta a entender los puntos de vista con los que difiere.

Entienda a su jefe

Los empleados astutos saben lo que su jefe quiere y le ayudan a lograrlo —de la mejor manera posible. Si en su trabajo usted alcanza sus propias metas ajustándose a las de su jefe,  nunca entrará en conflicto con sus superiores. Pero si va en contra de lo que el jefe quiere, esto puede volverlo a él resentido, hosco y resistente, y de esa manera logrará menos de lo que usted quiere —o le será más difícil avanzar hacia sus metas.

Sea directo

Cuando le pida algo al jefe, dígaselo con pocas palabras.

Vuélvase listo

Las personas que ponen atención a lo que dicen las demás son más inteligentes e influyentes, y cuando hablan saben lo que tienen que decir. Hay una táctica muy simple para esto: sea explícito cuando sepa mucho sobre una materia, y mantenga su boca cerrada cuando desconozca el tema.

Haga bien su trabajo

Saber escuchar a los demás le puede hacer ganar un tremendo respeto; en primer lugar porque la gente cree en aquellos que la escuchan.

Finalmente no olvide una cosa: hay que hacer bien el trabajo que a uno le toca desempeñar. Eso le dará gran parte del poder y el respeto que necesita.

El poder y el respeto son dos valores que por lo regular se ganan y se ejercen en el trabajo y en el hogar

(Adaptado de un ensayo del filósofo alemán Martín Heidegger).