Tan racistas como siempre

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Tan racistas como siempre

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Estamos llegando a un momento en la Historia de la humanidad en el cual nos enfrentamos a un tema en especial que tiene tantas aristas como puntos de vista puedan existir y que nos hace estar en desventaja a unos o a otros, dependiendo del cristal con el que se mire. Me refiero al racismo. Durante la segunda mitad del siglo pasado era un tema relativamente sencillo: nos educaban para tratar a todos los seres humanos por igual. Las minorías empezaban a hacerse notar y obtenían el respeto que merecen como cualquier ser humano.
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Así los afroamericanos primero y después los homosexuales, los latinos y aquellos que practican religiones ajenas a las más dominantes en el planeta, empezaban a sentir que tenían el espacio necesario para ejercer sus derechos. Y eso a todos nos pareció muy bien. Al final de cuentas, todos podemos ser parte de una minoría en diferentes momentos de nuestras vidas y por distintas circunstancias. Estos cambios también se vieron reflejados en el mundo del espectáculo y fuimos testigos del modo en que se convertían en grandes estrellas internacionales personas de distintos grupos étnicos, preferencias sexuales, clases sociales y hasta apariciencia física.
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El punto más alto a nivel internacional de esta pretendida integración, resultó ser la llegada de Barack Obama a la silla presidencial de los Estados Unidos de América. Pero en las últimas dos décadas, las cosas han empezado a ponerse complicadas otra vez. ¿Eres pálido? Tienes prohibido usar la palabra que empieza con “n” para referirte a un afroamericano. ¿Eres heterosexual? Mucho cuidado con hacer referencia o imitación de gestos que hagan de la homosexualidad una parodia. ¿Eres cristiano o peor: cristiano-europeo? ¡No tienes el menor derecho de hablar sobre los judíos y cualquier alusión que hagas sobre el Holocausto será vista como una provocación!
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Los enfrentamientos y las recriminaciones seguían surgiendo en gran cantidad, pero ahora en sentido opuesto. Esta situación quedó muy clara en la semana que recién termina. Resulta que L’Oreal, una famosa marca de cosméticos, había contratado recientemente para anunciar sus productos a la modelo británica Munroe Bergdorf quien, no solamente es de color sino que además es transexual. Esta acción fue vista como una prueba de que la compañía está comprometida de verdad con la diversidad. Pero después, Bergdorf tuvo la pésima ocurrencia de expresar su opinión tras los hechos ocurridos con supremacistas blancos en Charlottesville. “Todos los blancos son racistas” atinó a decir.
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Acto seguido la famosa marca de cosméticos respondió en redes sociales: “L’Oreal defiende la diversidad. Los comentarios de Munroe Bergdorf no concuerdan con nuestros valores, así que hemos decidido poner fin a nuestra colaboración con ella”. La modelo que tan alto habia llegado en su carrera, trató de justificarse: “Cuando afirmé que todos los blancos son racistas, estaba hablando del hecho de que la sociedad Occidental en su conjunto es un sistema basado en la supremacía blanca, diseñada para beneficiar, dar prioridad y proteger a los blancos antes que nadie de cualquier otra raza”. Pero, como resultó evidente que ya no podría componer la situación, terminó haciendo un llamado para ¡boicotear a L’Oreal!
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¡Por piedad! ¿Todos los blancos son racistas? Esto es tan absurdo como afirmar que el cien por ciento de los heterosexuales son homofóbicos o que absolutamente todos los estadounidenses sienten un odio intenso contra los latinoamericanos y quieren poner muros hasta en los océanos. Esas expresiones tan absolutas siempre son dañinas, en cualquier sentido que se pronuncien. Estoy seguro que esta hermosa modelo británica ha sufrido en carne propia el dolor de ser discriminado, siendo de color y además transexual en una ciudad como Londres. Pero ¿qué pretende? ¿Sanar sus heridas denigrando al grupo que ella percibe como el autor de sus desgracias? No se confunda señora Bergdorf, eso también es racismo.
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Eduardo Videgray, conductor de televisión de larga trayectoria y bien conocido por producciones como La Sopa, por haber sido imagen de distintas marcas comerciales y por ser hermano del actual Secretario de Relaciones Exteriories de México Luis Videgaray Caso, enfrenta uno de los momentos más dolorosos de su vida. Antier falleció su esposa Mónica Claudia Albín Soberanes a la edad de 51 años. Productora de televisión y cine, madre de las dos hijas que tuvo con Eduardo y casada con éste desde 2004, tuvo una muerte inesperada pero trascendió que padecía cáncer. Esperemos que Eduardo Videgaray logre, eventualmente, encontrar el consuelo necesario que le permita volver a trabajar con la chispeante personalidad de la que siempre hace gala.

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