Mirador 05/09/2017

Usted está aquí

Mirador 05/09/2017


Armando Fuentes AguirreJean Cusset, ateo con excepción de la vez que escuchó a Marian Anderson cantar “Deep River”, dio un nuevo sorbo a su martini –con dos aceitunas, como siempre– y continuó:

–El problema no está en saber si Dios existe o no. Jamás podremos saberlo con certeza. Lo importante es decidir en qué clase de Dios creemos, pues según sea ese dios así seremos nosotros. Si crees en un dios cruel y vengativo, serás vengativo y cruel. Si verdaderamente crees en un dios bueno y amoroso, serás amoroso y bueno.

Siguió diciendo Jean Cusset:

–No soy partidario del agnosticismo, y eso que me considero agnóstico. El agnosticismo es para los que temen arriesgarse. Los ateos merecen más respeto: ellos se arrojan al vacío. Y por lo que hace a los creyentes, deberíamos envidiarlos: tienen de dónde asirse cuando les llega el sufrimiento. Si alguna vez la fe llama a mi puerta procuraré creer en un dios de amor. El amor es lo único que puede dar sentido a la fe. A cualquier fe.
Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre.

¡Hasta mañana!...