Los rostros de la tragedia: la fe continúa a pesar de la destrucción y el caos en la CDMX (Cobertura Vanguardia)

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Los rostros de la tragedia: la fe continúa a pesar de la destrucción y el caos en la CDMX (Cobertura Vanguardia)

Foto: Vanguardia/Omar Saucedo
La gran ciudad no descansó y no lo hará; continúan labores de rescate

Junto a una pila de escombros y un edificio colapsado, una niña ofrecía café y pan a los
miles de voluntarios que se sumaron a las tareas de rescate.
En lo alto, sostuvo un cartel que llevaba la leyenda “No están solos”.

Foto: Vanguardia/Omar Saucedo

¡Esto no es un show, entiendan!, dijo uno de los Topos de Oaxaca cuando
un fanático les preguntó: ¿Puedes enseñarme a tu perro? 
Para Adrián (el Topo), la mala información a raíz del sismo
provocó que los perros dejen de ser héroes para convertirse
en glamurosas estrellas. “Les tapan los ojos y no deberían.
Que tengan sus sentidos al descubierto, es lo que se necesita”.

Foto: Vanguardia/Omar Saucedo

La sociedad confía poco en las autoridades. Después de que se derrumbara
la historia de “Frida Sofía” y la Marina de México tomara el control del
Colegio Rébsamen, un grupo de vecinos clamó por que los Topos
llevaran a cabo las actividades; también querían saber la verdad. 
“Ya nos van a dejar entrar a 4, vamos a cerciorarnos
 de que no haya familias reclamando a sus hijos. 

Foto: Vanguardia/Omar Saucedo

En muy pocas ocasiones, la Ciudad de México presencia un silencio. 
Los puños arriba pasaron de ser un signo de protesta y consigna,
a una señal de vida. Las nuevas noticias aminoraban cada vez más el ánimo.
“Todavía no llegamos a ellos”, decían las autoridades mientras pedían guardar silencio. 

Foto: Vanguardia/Omar Saucedo

Y las manos nunca faltaron. “Disculpe, vengo a preguntar
¿si podemos ayudar en algo?”, dijo Jorge, de unos 20 años
junto con su hermana de cinco a los encargados del cerco.
“Todavía no”. La niña les da las gracias y se va.

Foto: Vanguardia/Omar Saucedo

“¡Señora, no puede pasar, entienda!”, fue la frase que conmocionó a
Carolina. “Pero es que yo ahí vivo. Esa es mi casa”. Es la realidad que
viven miles de familias que fueron desalojadas. Cuando hay grietas,hay que irse.