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Juventud para la madurez nacional
La mirada joven capta –en imágenes de pantalla– la situación del País.
En lo económico se entera de una deuda descomunal interna y externa y un tratado maltratado, tironeado por avideces que no ceden para lograr acuerdos.
Capta la devastación sísmica que dejó en ruinas lo que ahora requiere reconstrucción urgente.
Ve que se avecina un abanico de posibilidades para elegir futuros mandatarios y él va a votar por primera vez. Sólo ve caras de los que se postulan como candidatos, sin conocer bien sus aptitudes y su grado de honestidad.
Capta los dos pisos. El sótano de empobrecidos en gran número. Son los que están en la tarea de tener acceso suficiente a los satisfactores básicos. Se da cuenta del contraste entre todo lo que debe ser, aprendido en la universidad, y lo que realmente se hace cada día en todos los ambientes.
Algunos optan por pensar en soluciones violentas. Otros prefieren evadirse a compensaciones frívolas y superficiales. No faltan quienes buscan comprometerse con todo lo evolutivo, lo que rectifica y repara, lo que no se estaciona, sino prepara el paso siguiente.
Los acomodaticios caen en un conformismo de conveniencia. Los inquietos se equivocan en caminos destructivos. Los más inteligentes y generosos piensan que vale la pena ser joven en esta época y en esta situación porque hay mucho que mejorar. Se estimula su creatividad con todos los desafíos que encuentran cada día.
Salen a su encuentro todas las influencias. La familia, las escuelas en todos los niveles, los medios de difusión, las redes sociales, las tecnologías, las comunidades de fe, las oficialidades burocráticas de información, capacitación u orientación. Unos desarrollan su sentido crítico y, con discernimiento que madura, aceptan o rechazan, se involucran o se defienden de contaminaciones y manipulaciones.
Sabe esa joven generación que va llegando su turno de sucesión en el protagonismo, en la conducción, en el liderazgo para lograr resultados satisfactorios en la cresta de la ola posmoderna.
Educación, espiritualidad, salud integral, ámbitos de arte y de deporte sin plagas serán parte de la ensalada de exigencias para que cerebros, corazones y manos nuevas puedan edificar, en la tercera y cuarta década de este siglo, una nación justa y próspera…