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Razones para dimitir
Entre las noticias que recientemente conmocionaron al mundo, además de la muerte de Hefner y el anuncio de que Maribel Guardia estaba nominada para el Grammy Latino, tenemos que doña Márgara Zavala, alias la esposa de su marido, presentó “sin rencores ni amarguras” su renuncia al partido que la vio nacer: el siempre segundón y gluten free Acción Nacional.
Si bien, el que alguien abandone una agrupación política nomás porque ésta ya no responde a sus intereses es la cosa más ordinaria en nuestro País, en el caso de la ex Primera Dama cobra relevancia por tratarse de uno de los personajes mejor posicionados en la mente del electorado con miras a la siguiente elección presidencial.
No estoy diciendo que sea idónea para el cargo, ni siquiera que me simpatice, sólo que su nombre y rostro son lo bastante recordados como para meterla en la boleta y ese es un activo que ya quisieran sumar algunos partiduchos en peligro de extinción y por el que otros actores darían con gusto un brazo.
Las razones que esgrime “la ejpoja de Calderón” son válidas (falta de transparencia y democracia en el partido), pero no congruentes, es decir, no le molestaron hasta que afectaron directamente sus aspiraciones.
Siendo honestos, Margarita Ester Zavala Gómez del Campo (nombre híper pomadoso) no sería “candidateable” de no haber ocupado aquel cargo honorífico ornamental creado para mantener ocupadas a las esposas de los Presidentes para que así no los distraigan con necedades y los dejen robar y desmadrar a gusto.
El currículum de una ex primera dama no suele ser muy impresionante, pero hay carreras políticas hechas con menos y pegan duro.
Hay muchos “zavalistas” dispuestos a seguir a su “galla” (decirle “gallina” tampoco le haría favor) a donde sea, pero me pregunto, ¿qué se puede esperar de un líder que abandona el proyecto sólo porque las condiciones le son adversas?
En sus propias palabras:
“Hace dos años anuncié mi intención de buscar la Presidencia... Durante dos años pedí un método democrático, transparente y claro… La respuesta siempre fue una evasiva. México tiene otros tiempos que no son los tiempos de la dirigencia del PAN. Una dirigencia que me ha impedido participar cabalmente de manera panista en cualquier cargo. Es claro que quien me compite ha cooptado los órganos del partido y ha terminado por entregar las decisiones importantes del PAN a otro. Durante este tiempo, antes que fortalecerla, canceló totalmente la vida democrática interna y la participación ciudadana del PAN… Se manipuló gravemente el padrón interno hasta hacerlo inservible.
"Con este pretexto se han cancelado todas las elecciones internas del partido para postular candidatos con lo cual las aspiraciones políticas de todos los militantes están condicionadas por la dirigencia, subordinándolos a sus intereses personales… Los órganos de deliberación dejaron de serlo. En suma, impuso en el PAN condiciones antidemocráticas que tanto criticamos en el PRI y otros partidos.
“Por estas razones presento formalmente mi renuncia”.
No, pues, ¡qué valiente! Se impone una sesión de aplausos de película (primero uno del montón comienza dando fuertes palmadas en solitario. Luego el resto nos vamos sumando paulatinamente hasta que se convierte en una estruendosa ovación general. Margarita levanta un puño en señal de triunfo. Trompetas heroicas. Disolvencia a negro. Corren créditos).
Yo no sé si esté usted al tanto, doña Marge, pero esta vida no es fácil y el mundo es un lugar cruel, frío e inhóspito.
Y si cree que al interior del PAN la democracia ha sido manoseada y la libre participación política obstruida, espérese a ver cómo le va fuera de la benevolente burbuja azul en que ha vivido los últimos 33 años.
Pero sobre todo, me intriga saber si acaso esa es su gran estrategia ante las adversidades: el desistir, el darle la espalda al problemón, encaminarse a la puerta, pintar su raya y decir “yo ya no juego”.
Porque sepa que las broncas que se carga México son mucho más gordas que el desmadrito que se traen allí en el PAN. Y si la dirigencia de su divisa política fue secuestrada por Chicken Little, usted no quiere saber lo que nos han secuestrado acá afuera, a los mexicanos de a pie, personajes mil veces más siniestros.
Mejor olvídese de sus ambiciones políticas, porque si con lo que le hicieron en el PAN decidió mejor renunciar, con lo que conlleva el cargo del Poder Ejecutivo se nos va a colgar con la banda presidencial.
La vimos en Saltillo, en la marcha civil por la defensa de nuestro voto que muy poco le importaba a usted o su archienemigo. Y ni para la foto (que es básicamente a lo que vino) pudo mostrarse solidaria, sino altanera y berrinchuda.
Ahora la felicito por la original idea de renunciar a Acción Nacional, debilitando la de por sí exangüe oposición, facilitándole la reelección al PRI y allanándole el camino a don Peje, al que tanto miedo le tienen.
Es el prólogo de una historia muy conocida ya, en la que los sueños electorales acaban en el suelo, hechos pedazos y se termina reconociendo con un discurso tímido el triunfo apabullante de los tiranos de siempre.
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