Ateneo: 150 años

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Ateneo: 150 años

Semilla fundadora. Semilla buena y fuerte. La semilla de la educación, la cultura y la  academia siempre florecerá. No hay tierra yerma cuando una buena semilla se planta. La semilla se abrirá camino por sí sola porque lleva en su esencia, en su ser todo lo bueno de esto llamado humanidad, la formación de seres humanos y ese amasijo de lo que estamos armados: linfa, tendones, piel, esqueleto; sí, pero también, anhelos, esperanza, valores, solidaridad, gusto estético, pasión por la cultura, pasión y valor de espíritu. Y para semilla buena y fundadora, mi institución, mi Colegio de Bachilleres al cual amo hasta el día de hoy, sí, el Ateneo Fuente de Saltillo. 

Quien estuvo en el Ateneo nunca deja de ser ateneísta, nunca deja de ser “danés”. Y en pocos días, que ya aprietan en el calendario, mi Ateneo llegará a sus primeros 150 años de vida. Su erección data del 1 de noviembre de 1867. El bello y soberbio edificio que hoy lo alberga y en el que yo disfruté harto ese periodo (iba en la tarde y en la mañana a sus aulas a cultivarme) la vida, data de 1932. Usted ya lo sabe, el entonces gobernador, Nazario Ortiz Garza, dio la orden de construir semejante joya arquitectónica. El proyecto fue encargado al ingeniero Zeferino Domínguez. Lo demás es historia. Grata y bella historia de una institución que sigue siendo referencia nacional por la calidad humana de sus egresados. Entre ellos destacan: Carlos Pereyra; el cultivador de perlas de estilo y prosa, Julio Torri; don Venustiano Carranza; el mismísimo Artemio de Valle Arizpe; don José García Rodríguez; Miguel Alessio Robles; el maestro pintor Rubén Herrera; el poeta Jesús Flores Aguirre; y, claro, como no, don Armando Fuentes Aguirre y, creo recordar, don Felipe Rodríguez Maldonado, editor aquí en este diario. 

Lo he contado antes, lo poco que sé en mi vida de academia y estudios formales es por los buenos maestros que he tenido. Los errores e ignorancia de la cual hago gala –muy a mi pesar, pues– son cualidades mías. No se culpe a nadie más de ello. Un día fui joven, estimado lector.

Pasé por las escuelas públicas a donde mis padres me enviaron. En la Secundaria Federal No. 2, y en la materia de español, tuve a un maestro el cual me marcó de por vida: don Pedro Ángel González. Él mismo, ahora escritor e investigador, desató en mi una pasión malsana (con sus tareas y comentarios en el aula), la cual padezco y me acompañará de por vida: la lectura. Ya luego en este legendario Colegio de Bachilleres, tuve a una batería de maestros, sabios todos ellos, quienes formaron mi abecedario en todos los campos del quehacer humano. 

ESQUINA-BAJAN
En aquellos tiempos, y cuando estuve dos años en sus aulas, en el primer año recuerdo que el director era nada más y nada menos que mi amigo y maestro, don Armando Fuentes Aguirre. Ya luego, el director fue Everardo Martínez Pineda. Su esposa, la maestra Dora Alicia Valero, me dio clases de matemáticas. En historia, Ramón Moncada. En física, el legendario Jesús García Rico, “La Coyota”. En matemáticas, “El Camarón”. En derecho y ciencias sociales, un maestro y periodista radiofónico, bueno de a madre, Jorge Ruiz Schubert, alias “Supermán”. ¿Ya lo notó? Los apodos siempre han existido, son signo de identificación, no violencia verbal. ¿Cuándo se jodió todo y ahora es sólo “bullying”? No lo sé. Pero en aquellos años, mejores a estos de escuela, estar en las aulas del Ateneo Fuente y solazarme en su biblioteca fueron tiempos de formación, y luego el desembocar en lo que ahora soy: escritor y periodista. 

Que el actual Rector, el atildado Blas José Flores, y en formación espartana con el maestro Francisco Osorio, con el Gobernador y las autoridades federales de diferentes rubros, ha decidido echar la casa por la ventana, de manera muy mexicana para decirlo, y así festejar los primeros 150 años de mi querido Ateneo Fuente, es motivo de elogio y aplauso. Máxime cuando la   cultura y la educación siempre van a la zaga en materia de inversión. El rector Blas Flores armó un programa de escándalo, bien articulado y cuidado; por su parte, al cruzar mensajes con el señor tesorero, Paco Osorio, éste me dice con bien medidas palabras: “¡Mi querido maestro, yo soy ateneísta con mucho orgullo!”. Sí, orgullosos estamos todos los que hemos pasado por sus aulas y orgulloso de la institución está el pueblo de Coahuila. 

Sólo un prietito en el arroz: no entiendo por qué el que era su director y renunció para ganar la Coordinación, el ingeniero y maestro Miguel Ángel Rodríguez, dejó tan alto cargo en víspera de semejantes festejos. Cambió el honor por un puesto político. En fin. Y una vez comentando lo anterior con Armando Fuentes Aguirre, llegamos a la conclusión de que la dirección de semejante institución no debe de dejarse o renunciar. Mala decisión de Miguel Ángel Rodríguez. Tengo una duda, señor lector, y usted sabe más que yo. ¿Egresados del Ateneo Fuente son Roque González, expresidente de México y la gran, gran pintora María Izquierdo, o estoy equivocado? 

LETRAS MINÚSCULAS 
¡Bienvenidos a esta gran fiesta, una fiesta que espero, se prolongue 150 años más! Mínimo.