Café Montaigne 43

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Precocidad vs. Madurez. ¿Precocidad o madurez? No pocos lectores me marcaron para comentar el primer texto de esta saga. Gracias por sus letras y apostillas. ¿El genio nace, es una condición innata, algo así como de magia y de un solo golpe; o bien, el genio se forja en las horas frente a la hoja en blanco, frente a su disciplina y su horario de trabajo de hierro? ¿La gran obra llega, entonces, con el paso del tiempo y las horas de vuelo de una experiencia adquirida? ¿Son mejores las obras creativas de los genios precoces como Amadeus Mozart, quien duró sobre la tierra apenas 35 años, 10 meses y nueve días (de los cuales, pasó 10 años, dos meses y ocho días viajando), o bien, son mejores las obras de madurez, como la de la poetisa rusa Anna Ajmátova, quien vivió 77 años y a los 51, en el mediodía de su vida, entregó a la imprenta su obra señera, “Réquiem”? 

La cosa no es sencilla. La pregunta siguiente es directa y obvia: ¿hay líneas, entramado milimétrico y secreto que une a estos genios no obstante la precocidad de unos y la madurez en otros? A los 40 años, Johann Wolfgang Goethe ya era un clásico, un santo. Gozaba de fama, dinero, presencia, era respetado y admirado. ¿Por qué? Pues nada más y nada menos porque a esa edad ya había escrito y publicado dos obras que usted conoce hasta el mínimo detalle: “Fausto” y “Los Padecimientos del Joven Werther”. De hecho, este texto fue escrito y editado a la edad de 24-25 años, influyendo a tal nivel a sus lectores, que provocó una oleada de suicidios juveniles en Europa. Goethe el precoz, contra la obra madura, e incluso de vejez, de un poeta alto y venoso, Rafael Alberti, quien murió de 97 años y hasta el final, escribiendo. Prueba de ello son sus libros de memorias agrupadas bajo el bello título de “La Arboleda Perdida”, a los cuales se les siguen agregando notas y páginas encontradas en los archivos del gran maestro. 

Imagino que usted tiene hijos, señor lector, señora lectora. ¿Cómo le ha ido con ellos en materia de genio, se le han logrado? ¿A qué edad uno, a qué edad otro usted vio que había cuajado el proyecto personal de cada uno de ellos. A qué edad uno aprendió a leer y escribir, a qué edad el otro? ¿Hay alguno de ellos excepcional en su ámbito de competencia, fue precoz o ya en su madurez? Caray, este tema deberían de acometerlo los magos de la superación personal, la psicología evolutiva, los terapeutas y los especialistas en Coaching, el Now How y los nativos de las redes high tech (lo que eso signifique). ¿Por qué ciertos periodos de la humanidad han dado más genios que otros?  

ESQUINA-BAJAN
¿Por qué ahora que hay la maravilla de internet nuestros hijos son más brutos en su vida personal y de escuela? ¿Por qué ahora que existe esa panacea llamada internet y redes sociales y comunicación en “tiempo real”, nuestros hijos siguen votando por el PRI y creen en zombis, brujería, en la cartomancia, el espíritu santo y en casas embrujadas? En la Edad Media (en teoría, época oscura, siniestra y pletórica de ignorancia, según) los jóvenes estudiaban el “trívium” (retórica, lógica y gramática) y otros el “quadrivium” (aritmética, astronomía, música y geometría). Decía el socarrón de Jorge Luis Borges que en la Argentina se había pasado de la enseñanza del latín y griego, a la enseñanza del inglés. Luego, a la ignorancia. Peor está México. 

Entonces, en este palio de educación para el fracaso, ¿se nace, se debe de nacer ya genio para sobresalir? Va mi respuesta, lo que gira en mi sesera: no. Pablo Picasso, Leonardo da Vinci, Jane Austen, Emily Dickinson, Octavio Paz, Mandela, The Beatles… no nacieron hechos. Tuvieron que cultivarse, día tras día adquirieron su conocimiento, su bagaje, lo que los convirtió en los grandes hombres y mujeres que admiramos. ¿Un buen lector nace o se hace? Se hace, se forja. El escritor Máximo Gorki guarda en su memoria el recuerdo de abuelas y tías que contaban cuentos y versos que terminaron por convertirlo en escritor: “Era imposible no creer en la abuela: hablaba con tanta sencillez, de un modo tan convincente. Pero lo que mejor recitaba eran las leyendas en verso sobre los sufrimientos de la Virgen en la tierra, de cómo exhortaban a Engalichieva, que era bandolera, a que no robara ni matase a los rusos; las poesías sobre el bienaventurado Alexéi e Iván el Guerrero…”.

Luego de este corto relato, es fácil adivinar que el niño Máximo Gorki se aficionaría a las historias, a la literatura y por esto se convertiría en escritor. Comprobamos que infancia es destino y que el ambiente sociocultural influirá en el futuro del niño. Aunque hay genios de excepción, en los cuales la precocidad en todo es su signo identificable. Lo vimos la ocasión anterior, a los 16 años, la escritora Margaret Atwood ya había pergeñado su primer texto y no dejaría de hacerlo hasta el día de hoy. Ya ganó, incluso, el prestigiado Premio Príncipe de Asturias de las Letras.

LETRAS MINÚSCULAS
¿Precocidad o madurez? Está del cocol. Regresaré al tema. 
¿El genio nace, es una condición innata; o bien, se forja en las horas frente a la hoja en blanco, con disciplina y trabajo?