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En Galería Blanco demuestran que hay 'Más que un ?&#*@] desierto'
“Más que un ?&#*@] desierto” es, con orgullo, la primera muestra de la Galería Blanco de Casa República que realiza de manera independiente, a diferencia de las exposiciones de años pasados en las que colaboró con galerías de arte regiomontanas y con las que trajo al público una amplia oferta comercial de arte.
Ahora la apuesta es por las obras de artistas coahuilenses, de nacimiento o por adopción, quienes buscan demostrar que el norte del país es más que un desierto. Y no a través de la exhibición de los diversos aspectos del ecosistema y la sociedad de nuestra entidad, como ha sucedido con otros ejemplos museográficos, sino con la demostración de la amplia diversidad de expresiones artísticas que existe en Coahuila, con ellos cinco como punto de referencia.
Para que el visitante y potencial comprador no se enfrente repentinamente ante las propuestas más conceptuales —generalmente ajenas a la mayoría del público local— la exhibición comienza con la presentación del trabajo de los artistas Miguel Canseco y Carlos Vielma, quienes, aunque inmersos en las exploraciones y elementos de las prácticas contemporáneas, aún mantienen cercanía con los métodos de manufactura académica en su obra.
Vielma explora la figura del “doppelgänger”, el doble, el gemelo malvado, esta figura que en el folclor alemán anuncia la mala suerte, como un pretexto para realizar juegos cromáticos en sus pinturas.
Duplicar es para él un juego cuyo objetivo principal es la práctica pictórica, tanto en la base del dibujo como en la creación del volumen ficticio con cada pincelada de óleo. Este experimento lúdico lo realiza a partir de la copia de obras clásicas de autores como Zurbarán, Goya y Hopper, y de los cuales realiza una reinterpretación simétrica, para ser presentadas como una misma pieza, con modificaciones al color que en nuestro imaginario señalaríamos como “siniestras”.
El capitalino Miguel Canseco, quien ha desarrollado buena parte de su carrera en Coahuila, continúa con su trabajo e interés por el tarot; los elementos que conforman las imágenes de cada carta y los significados atribuidos cada signo y a su lectura.
Esto lo plasma en piezas de gráfica y pintura donde reestructura dichos elementos para configurar una imagen nueva, con la que invita al espectador a descifrar el significado que propone, apoyado, como sucedería con una lectura de las cartas, en todos los símbolos presentes.
Con su formación como psicólogo por la Universidad Autónoma de La Laguna, Canseco acude al tarot desde más perspectivas que sólo el esoterismo. Esta práctica la considera un complemento para los creativos, de ser usada conscientemente, y como un método para el conocimiento no del futuro, sino del inconsciente, sin dejar de lado, como así lo describió “el placer de pintar”.
Comparando con las exhibiciones pasadas, en esta ocasión Galería Blanco recibió una remodelación museográfica, para dividir los espacios y mejorar la exposición. El pasillo que conecta las dos principales salas está ocupado por el trabajo de Ana Gómez, una de las artistas saltillenses que más ha destacado a nivel nacional e internacional.
La ceramista apunta por crear ilusiones con sus esculturas. Similar al trabajo de Jeff Koons, ella logra hacer inflables de cerámica (juguetes) o al menos hace creer al espectador que está frente a tales objetos.
Ya sean ositos recostados como si estuvieran so bre el buró de una adolescente o cisnes y salvavidas, Ana logra hacer creer al público que estas frágiles piezas de cerámica en realidad son ligeros objetos de látex llenos de aire.
La última sala es ocupada por Daniel Alcalá y Román Eguía, quienes, de acuerdo con las palabras de la curadora de la exposición, la maestra Olga Margarita Dávila, “usan la línea, elemento base del dibujo, como recorte”.
Y, en efecto, ellos presentan obras creadas a partir del recorte. Alcalá, originario de Piedras Negras, hace una revisión arqueológica de la existencia y ausencia de los espacios, además de la coexistencia entre algunos de ellos, particularmente, como sucede en aquellas ciudades fronterizas, los espacios donde conviven las culturas norteamericana y mexicana.
Mientras que Eguía, grabador de toda la vida, explora los límites de la gráfica y la serialidad de un producto artístico pero desde un ámbito escultórico, con piezas, pulcramente realizadas, basadas en elementos vegetales —creadas sobre materiales contrastantes como fieltro, papel de algodon y acero— que sirven como pretexto para la exploración de la linea en el volumen.
A diferencia de otras exposiciones en la ciudad, el objetivo de “Más que un ?&#*@] desierto” no radica solamente en la promoción del cuerpo de obra de nuestros artistas, sino también en su venta. Cabe señalar, que aunque estemos acostumbrados a adquirir arte “que adorne” y que algunas de estas piezas poseen dicha cualidad, la adquisición de obra artística responde a otros intereses.
No sólo se considera una inversión segura, pues el arte no se devalúa y su precio siempre sube, sino que también, la compra de obra supone el apoyo al artista mismo y con ello se promueve la creación de más piezas para deleite de aquellos que se consideren seguidores de un creador.