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¡A volar, joven!

Hace apenas un par de meses Aeroméxico honraba a la capital coahuilense en su publicidad.

En un dinámico comercial de la campaña #RompiendoMitos, se observaba a una pareja homosexual contrayendo nupcias, en oposición a la leyenda “En Saltillo son muy conservadores”.

Esto, se supone, nos retrataba como un Saltillo muy distinto al de aquella fama que a pulso nos ganamos en décadas pasadas: una sociedad libre de prejuicios, por consiguiente, más preocupada por los asuntos que realmente importan; en síntesis, una sociedad moderna.

Pero no acabábamos de asimilar el cumplido cuando la propia aerolínea nos asestó un duro golpe en ese mismo orgullo que recién había pulido, al retirar sus operaciones de esta plaza (sí, aunque el Aeropuerto esté en la zona conurbada de Ramos Arizpe, no salgan con esa necedad).

Y si bien, muchos se lo tomaron a broma, porque lo cierto es que para una gran mayoría de nosotros un viaje en avión está fuera del presupuesto mensual, el hecho sí constituye un menoscabo para aquella supuesta modernidad y un inconveniente mayúsculo para inversionistas y empresarios oriundos o con negocios en esta capital.

Una de las reacciones más graciosas, a mi parecer, fue la que “ofertaba” el Aeropuerto Plan de Guadalupe como amplísimo local para eventos, bodas, bautizos, posadas y “quinceaños”. Y es que, sin una ruta fija, al menos a la CDMX y a Dallas o Houston, Texas, donde se puedan hacer conexiones a otros destinos, nuestra recién remodelada terminal para dos bonitas cosas nos anda sirviendo.

En el ámbito empresarial provocó, por supuesto, molestia la eliminación de Saltillo de las rutas de Aeroméxico. Se dijo, y con justa razón que ello nos resta competitividad, lo que se explica fácilmente; lo difícil será calcular el costo que esto repercutirá en la economía comarcana.

Nuestros legisladores locales, que al parecer son elegidos por su deterioro neuronal, tuvieron la acertada ocurrencia de hacerle un extrañamiento (airado, por supuesto) a la empresa de aviación, que a la letra dice:

Querido Aeroméxico.

Nos extraña. Y más tratándose de ti.

Has cambiado, Aeroméxico, antes eras chévere.

Atte: LX Legislatura.

Lo que nuestras eminencias con curul y súper bono no advierten es que la empresa no se retira de Saltillo y sus alrededores porque resulte este destino la mar de rentable, sino, supongo yo, por todo lo contrario, precisamente.

¡Ah, vaya! Entonces es culpa de nosotros, pobretones saraperos –que repelamos cada vez que suben las tarifas del taxi o del Saltipús–, por no poder sostener a Saltillo dentro de los itinerarios de la aviación comercial.

Pues, podría ser. Pero la explicación me parece un poco más compleja, o al menos, que tiene un corolario. A saber:

¿De quién podría ser la culpa de que la economía local esté perpetuamente deprimida? Yo no sé, no estoy seguro, pero podemos sopesar las dos explicaciones plausibles: o somos, como ya dijimos, una legión de apocados, rotos, venidos a menos y “come cuando hay”, para quienes un viaje aéreo (planeado o de emergencia) está por completo fuera de nuestra realidad…

O bien, somos tan pujantes, luchones y esforzados como cualquier otra comunidad, nomás que hemos tenido la mala idea de dejarnos desgobernar por una manga de bandidos (esos sí, de verdad muertos de hambre), que se robaron todo el capital público y ahora, por ello, emprender cualquier proyecto nos cuesta uno, el otro y la mitad del de el vecino. Así que de volar, ni hablar. Mejor 12 horas/nalga por Grupo Senda.

Olvidan nuestros diputados de cuarta que Aeroméxico es una empresa y tiene que cuidar su rentabilidad (¡pobres diputetos! Ellos no saben lo que significa  “ser productivo”, entiéndalos). ¿Quieren reprocharle a alguien que la capital del estado no cuente ya ni siquiera con la elemental ruta aérea a Ciudad de México? ¿Por qué no llaman a cuentas al Ejecutivo para que les explique cómo el estado está endrogado por lo menos, muy conservadoramente hablando, para dentro de medio siglo?

Parece sencillo querer culpar de todo a la megadeuda, pero es que estoy seguro que la mayoría de los coahuilenses ni siquiera ha podido dimensionar su gravedad y todo lo que nos compromete en materia de crecimiento, bienestar y desarrollo.

Y sí, también es divertido reírnos porque ya sin vuelos comerciales sólo somos “un ranchote”; y no tenemos vuelos porque no podemos pagarlos; y no podemos pagarlos porque el futuro de Coahuila está embargado por los bancos; y fue empeñado a éstos por una caterva de malandros que por ahí andan sueltos y esos… esos como quiera viajan en vuelos privados.

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