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Diez días…
Desde las urnas decidimos pura madre, tampoco deciden nada las instituciones. Estos menesteres se fallan por dedazo
Diez días es todo lo que hoy nos separa de la fecha en que el nuevo Gobernador de Coahuila habría (¿habrá?) de asumir tan desprestigiado cargo.
Pese a ello, nunca habíamos estado tan cerca y tan oscuras a la vez.
Si somos medianamente inteligentes, no intentamos dilucidar si la justicia resolverá o no en favor de lo que es correcto o ético, sino que tratamos de leer entre líneas, de buscar las señales detrás de los hechos y de interpretar todos los gestos y ademanes del Poder para descifrar qué es lo que al día de hoy le conviene al sistema y saber así, por consiguiente, hacia dónde habrán de decantarse nuestras instituciones.
Resulta muy anómalo que el candidato por el PRI no haya sido declarado ganador absoluto inmediatamente después de los comicios.
Es decir, si desde la Presidencia se nos habría de imponer finalmente al candidato oficial –Miguel Riquelme– como nuevo Gobernador, para qué demorar toda la sucesión con un exasperante proceso de impugnaciones y resoluciones por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Habría sido más sencillo imponérnoslo desde el principio y esperar la paulatina pero inevitable disolución del descontento popular. ¿Qué necesidad había de tener, casi cinco meses, a todos los coahuilenses con un enanito columpiándosenos de las gónadas? ¿Para qué mantener viva la llama de la indignación con un estira y afloja en favor de un bando y otro?
Que si Darth Sherk rebasó los topes de gastos de campaña; sí pero también el memo de Memo; ¡mil perdones, siempre no!; ¡Ah, oiga!, pero lo del descorche es aparte… a lo mejor sí; bueno, pero es poquito… ¿o no? ¡Ay, qué pena!
Desde un principio mucho dio de qué hablar el hecho de que Enrique Peña Nieto no recibiera a Riquelme junto a los otros ganadores de los comicios estatales pasados.
¿Le hizo el feo o simplemente se abstuvo por estar aún en tela de juicio la victoria del coahuilense?
Nada tiene sentido, ya que el Gobierno de EPN no se caracteriza por la mesura ni el cuidado de las formas y prueba de ello es que al poco tiempo le recibió en solitario… ¿Por qué el espaldarazo tardío del Ejecutivo? ¿Constituye ello una validación o, por el contrario, es un mensaje de marginación?
Insisto, si habría de reconocerlo finalmente, ¿para qué dilatarlo?
Hay quienes suponen que quizás, declararlo vencedor legítimo de las elecciones dos minutos antes de la toma de posesión nos agarrará totalmente desprevenidos e incapaces de organizarnos para cualquier manifestación masiva de repudio. Me suena hasta inquietantemente plausible pero, si esa era la brillante estrategia de la Presidencia, imponernos al nuevo Gobernador desde el autoritarismo, pudo economizarse mucho desgaste en especulaciones y credibilidad dándole machetazo a caballo de espadas a la voluntad de los coahuilenses desde un principio.
La única explicación que al día de hoy puedo darme es que el moreirato siempre ha sido mal visto en la alta esfera de la política nacional; como que despide un hedor bastante desagradable (a muerto de hambre) entre la mafia bonita y perfumada como sería, digamos, el Grupo de “Atracomulco”.
Y con miras a la sucesión presidencial, el PRI tal vez no quisiera verse asociado a los caciquillos coahuilenses y otros hamponcetes de baja estofa.
Es decir: ¿qué partido puede hacer campaña a gusto teniendo como distinguidos militantes a un par de cacos que a cada rato salen a relucir en las investigaciones que por delincuencia organizada y lavado de dinero se llevan a cabo en EU? Lo más sano es decir “hasta aquí y si te vi…”.
Empero, no hay que olvidar que EPN le debe al moreirato una importante aportación a la exitosa campaña que lo convirtió en Presidente.
De allí que reiteradamente le haya brindado protección (ojos sordos y oídos ciegos) a todos los desmanes y excesos de los Hermanos Macana (Humberto y Rubén).
Así que no es cosa de despedir con una patada en las nalgas a aquel que “se portó raza” y le apoquinó sabroso cuando había que hacer la polla para el candidato que recobraría la Presidencia para el Tricolor.
¡Pues no! Hay que decirle que sí a todo, que se va a apoyar a su delfín (feote, pero delfín al fin… hasta el fin); que hay que apechugar, que hubo muchas irregularidades que tapar, pero hay que confiar y que el Tribunal “nos” habrá de favorecer en última instancia.
En síntesis, es obvio que desde las urnas decidimos pura madre, como tampoco decide nada la Justicia desde las instituciones. Queda claro que estos menesteres se fallan por dedazo desde la Presidencia.
Y de que le están dando largas, sin duda:
Lo que ya no sé a ciencia cierta es si nos están dando esas largas a nosotros (los coahuiltecos), o se las están dando al gobernador saliente, para no otorgarle la investidura a su protegido y cortar mejor esta dinastía, nefasta y pesada hasta para el propio priismo.
Me preparo para lo primero, esperando con fervor que resulte lo segundo.
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