De la oscuridad a la luz; Casa Alameda abre el año cultural en Saltillo

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De la oscuridad a la luz; Casa Alameda abre el año cultural en Saltillo

Foto: Marco Medina
Casa Alameda comienza sus actividades de 2018 con la exposición fotográfica ‘De Profundis’ de Antonio Ortiz, exploración del cuerpo humano a través de la estética y el simbolismo barrocos y una visión contemporánea.

Previamente expuesta en diciembre pasado en Cuernavaca, Morelos, bajo el título de “Ecos del Barroco, De Profundis” se presenta no sólo como la primera muestra de la Galería El Lago de Casa Alameda, sino también como la carta de presentación de un artista emergente que ha vuelto a su tierra natal.

“De profundis clamavi ad te, Domine”, reza el primer verso del salmo 130. “De lo profundo te aclamo, Señor”, dice en español. Con este nuevo título, el fotógrafo Antonio Ortiz engloba los valores que los artistas del barroco, especialmente los artistas plásticos, plasmaban en su obras; la oscuridad y la luz en contraste y las alabanzas a Dios a través de la pintura.

Este artista saltillense que ha pasado más de una década viviendo y trabajando en Cuernavaca, con su cámara, imita y presenta guiños a los mismos valores en sus fotografías, en las cuales una sola figura sobresale metódicamente iluminada de la oscuridad del fondo.

De manera similar a los pintores del período barroco —especialmente Caravaggio—, Ortiz presenta un personaje en pose doliente el cuál solo es visible gracias a una tenue luz, aunque a diferencia de los artistas de antaño, estos sujetos son caracterizados para expresar y explorar más que sólo la experiencia religiosa.

Foto: Marco Medina


“Por ejemplo, en esta imagen se encuentra la cuestión de las pinzas, que es una evocación de las flechas de San Sebastián, esta cuestión del elemento de la venda sobre los ojos, es como que muy importante de la obra que estoy haciendo. Puedes ver los ojos cerrados y esa expresión de cierto dolor, pero a la vez una expresión de paz en las manos, como esa búsqueda de paz interior y a la vez esa lucha y ese fluir mediante la carne”, comentó Antonio para VANGUARDIA y añadió que “está la cuestión de las hojas secas, que parecen a la vez espinas; el claroscuro, hay algo que se ve pero a la vez no se ve. También está el cruzamiento de las manos como una evocación hacia lo sacro”.

El juego que realiza con las texturas sobre sus modelos se puede ver en todas las piezas, en las que hombre y mujer, sin distinción están cubiertos de barro, imitando una pieza escultórica y como presencia de sus primeras aproximaciones a este arte.

“Tomé un taller de desnudo artístico, una de las sesiones era trabajar con una modelo con textura de barro. Desgraciadamente yo no pude ir a esa sesión por cuestiones de trabajo, pero quería darme la oportunidad de ver lo que se sentía trabajar con barro. Entonces un día se dio la oportunidad de que pude trabajar con una modelo y exploramos un poco con el barro. Ya cuando empecé a trabajar en edición pensé que era muy interesante y después de una búsqueda salió esta serie”.

Este taller, a su vez, lo tomó luego de que realizara de manera amateur una sesión de fotos para promocionar la ópera “Orfeo” de Claudia Monteverdi, la cual montó en colaboración con sus alumnos de canto en Cuernavaca.

Foto: Marco Medina
Nadie puede escapar de sí mismo, todo lo que uno ha vivido, lo que uno ha logrado, a lo que ha estado expuesto termina por fluir en lo que uno hace. El de registrar mediante la cámara todo lo que puede haber dentro de un ser humano, un universo, es muy interesante de descubrir”.
Antonio Ortiz, fotógrafo.


“En ese momento sólo tenía mi celular porque quedé muy ajeno a esta cuestión de las artes. Con ese celular hice algunas imágenes para el cartel. 
Algo muy casero, con una lámpara de recámara y una compañera al ver las fotos me dijo que debería entrar al diplomado de fotografía. Estaba en una etapa en la que me di la oportunidad de explorarlo y, claro, me deslumbró, me encantó, creo que de aquí hasta que me muera continuaré haciendo fotografía”, comentó.

Argumentó también que “nadie puede escapar de sí mismo, todo lo que uno ha vivido, lo que uno ha logrado, a lo que ha estado expuesto termina por fluir en lo que uno hace”, al explicar cómo sus experiencias en el diseño gráfico (carrera que estudió en la UA de C), en la música (egresado en Cuernavaca) y como productor de óperas, se han ido decantando en las piezas.

“De hecho, usualmente, para la sesión, siempre trabajábamos con obras religiosas musicales, como para ir fluyendo, porque es muy importante que haya como un fluir entre la persona que está posando y la fotografía”, mencionó.

En julio del año pasado expuso junto con otro artista en Galería Albricci algunas piezas donde ya comenzaba a explorar los valores del claroscuro barroco, pero no fue hasta diciembre con su primera individual que entró de lleno con el tema.

Sin embargo, como artista, resumió sus intereses en la corporeidad humana y comentó que es este elemento el que explorará en futuras series, una vez que se asiente en Saltillo, en esta nueva etapa de vuelta en casa.

“Evidentemente hay cosas muy bellas que se pueden retratar como la naturaleza, pero justamente el hecho de poder hacer un contacto, de registrar mediante la cámara todo lo que puede haber dentro de un ser humano, un universo, un enigma, es muy interesante de descubrir”, finalizó.