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La madurez del lobo
Fundada en 1957 por decreto del Congreso del Estado, la Universidad Autónoma de Coahuila tuvo su primer rector en la figura del destacado ateneísta Salvador González Lobo, quien fuera designado para ese cargo por el entonces gobernador Román Cepeda Flores. A partir de 1973, la máxima casa de estudios estatal adquirió su autonomía y los rectores son electos –por la comunidad académica y administrativa– mediante voto directo. Muchos y muy diversos son los episodios que conforman la vasta historia de la llamada UAdeC. Por supuesto, no han faltado los momentos aciagos en los que la estabilidad de la institución fue puesta en riesgo, mismos que han sido reseñados en incontables ocasiones y cuyo recuerdo no les resulta grato a algunos personajes públicos comarcanos (pero esa es otra historia, dijera la nana Goya). Sin embargo, en sus 60 años de vida, la universidad ha cumplido a cabalidad con su encomienda: ofrecer educación pública, pertinente y de calidad, a través de la generación, difusión y aplicación del conocimiento de la ciencia, la tecnología y las humanidades.
Conformada por 58 escuelas, institutos y facultades, la referida casa de estudios es una de las más reconocidas en el norte del país y forma parte del Consorcio de universidades mexicanas: selecto grupo que reúne a las instituciones de educación superior que gozan de una alta competitividad académica.
Ante la salida anticipada del exrector Blas Flores Dávila (quien con merecimientos y buenas credenciales ahora despacha en las oficinas de Castelar y General Cepeda como flamante secretario de Finanzas del Gobierno estatal) se abrió la puerta para la renovación de la administración central universitaria. Así las cosas, la universidad de las y los coahuilenses hoy por hoy enfrenta el proceso para la elección del nuevo rector en un clima de envidiable calma. Aquí no fue necesario que los aspirantes a dirigir los destinos de la institución –y sus huestes– se dieran hasta con la cubeta, como lamentablemente ocurre en otras latitudes donde los ánimos se desbordan, incluso, hasta llegar a hechos de violencia.
Con un gran sentido institucional y mostrando solidez política, el académico y funcionario Francisco Osorio Morales decidió dar prioridad al interés universitario, colocándolo por encima de sus aspiraciones personales. Así, en un ambiente de sana unidad, el matemático Salvador Hernández Vélez inició su firme andar rumbo a la Rectoría. Fiel a sus convicciones y poseedor de un alto sentido de la responsabilidad, Chava –como lo llaman sus cuates y me incluyo– se ha dedicado a gastar suela en una campaña que, para algunos malquerientes, pudo ser descafeinada al no existir algún contendiente que le hiciera algo de sombra al candidato. No obstante, en tan solo una semana el originario de Viesca ha recorrido más de 2 mil 500 kilómetros para visitar 11 municipios coahuilenses, en los que ha sostenido al menos 70 encuentros con grupos de estudiantes y personal docente de la universidad, en 30 unidades académicas. Ahí el también escritor y columnista se dio a la tarea de describir a detalle el ambicioso programa de trabajo que desarrollará una vez que rinda protesta como rector. Cinco son los ejes estratégicos en los cuales descansa el plan de Chava para orientar el quehacer universitario, todos ellos dirigidos a un mismo objetivo: la transformación y consolidación de la Universidad Autónoma de Coahuila. Para lograr tal propósito las buenas intenciones no bastan, se requiere un amplio conocimiento de las necesidades propias de la comunidad universitaria, además de la experiencia suficiente para enfrentar con aplomo los retos y desafíos de una institución en constante cambio. Indudablemente Chava Hernández reúne ambas características, por lo que su inminente arribo a la rectoría de la máxima casa de estudios ha generado grandes expectativas.
Siempre sereno y afable, el hoy candidato universitario no escatima tiempo ni palabras para ofrecer un buen consejo a quien se acerca a solicitárselo. Su pluma es conocida y valorada, como también lo son su buena cocina y mejor plática.
Aquí en confianza, se dice que los lobos son disciplinados, estrictos y ordenados. Realizan sus actividades cotidianas siempre en grupo y a través de una estructura bien organizada. Frente a ellos, un líder inteligente, serio y maduro guía sus pasos. El nuevo jefe de la manada de lobos coahuilenses será electo en los próximos días y, desde ya, se auguran importantes avances para la noble institución educativa que en el bien finca el saber. Al tiempo.
@Ivo_Garza