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‘¡Fíjate qué suave!’. La auditoría
Nadie suelta la trucha para ir por la sardina.
Créame, tengo rato buscando una analogía o argumento lógico que ilustre lo ilógico de la actitud del alcalde por un año, Manolo Jiménez “Manolín”. Pero mejor dejémonos de metáforas y parábolas y entremos de lleno en sustancia porque es un tema apremiante que nos va a ocupar varias entregas.
El actual alcalde se ha empeñado en exhibir la “terrible situación financiera” heredada por la pésima gestión de ese monstruo del mal llamado Isidro López “El Chilo”.
Muy bien, conozcamos ese “desastre financiero”: En resumen hablamos de pasivos por 40 millones de chuchos.
Importantísimo aclarar que no es deuda bancaria que genere intereses. Son saldos pendientes a cubrir entre pagos a proveedores e impuestos. Manolín tampoco ha podido demostrar que el dinero se haya malversado como tanto presume.
¿La gravedad de esto? Decídala usted. ¿Qué tan desproporcionado es un débito de 40 millones para un municipio del tamaño, la importancia y las características de la capital coahuilense?
El alcalde Manolín hasta contrató los servicios de una empresa auditora para exhibir la inmundicia administrativa de la gestión precedente: ¡Psórale! O mejor dicho: ¡Fíjate qué suave! Ese fue a grandes rasgos todo su escandaloso hallazgo. Le repito: 40 millones en pasivos.
Lo que no menciona la empresa auditora Deloitte México –contratada por Manolín– es el activo o saldo a favor que a Manolín se le heredó también, y que es de unos 103 millones de pesos por cobrar.
Estos 103 millones no los inventé yo ni se los sacó Chilo de la manga. Son recursos que el Estado –concretamente la administración de Rubén Moreira– dejó de entregar a los municipios coahuilenses incluyendo, claro, Saltillito lindo (¿por qué no me extraña nada un faltante de lana cuando el nombre de Moreira está involucrado?).
El adeudo –a gritos y sombrerazos– fue reconocido por el Estado, sí… pero nunca liquidado. Se terminó la gestión de Moreira, el adeudo cambió de responsables y sigue siendo reconocido (no sólo para Saltillo sino para un montón de municipios que no se atreven a reclamar estos recursos). Pero el Gobierno del estado sigue en su política de “debo, no niego; ¿pago? ¡Te chingas!”.
La gestión de don Chilote acabó y éste se limitó a dejar la promesa de pago del Estado a la siguiente administración municipal.
Es decir: “te estoy dejando la casa con 40 por pagar en la tiendita de la esquina, pero más de 100 pesos por cobrar con el vecino”.
Manolín en vez de ir cobrarle al vecino esos 100 del águila (que cubren lo de la tiendita y todavía alcanza para unas buenas caguamas) ha convertido en su cruzada el gritonear contra Chilo por lo de la tiendita.
Pero cobrar esos “100 pesos” es lo prioritario. No es opcional. Son recursos de todos los saltillenses con los que se está pelando impune el muy pillastre de Rubén Moreira ¡en complicidad con Manolín!
¿Sabe, sin embargo, lo que contestó Manolín Jiménez cuando le preguntaron por ese adeudo que tiene el Estado para con el Municipio de Saltillo? Palabras más, palabras menos, que el Estado ha hecho tanto por nosotros los saltillenses que ya cubrió sobradamente ese adeudo de 103 millones y casi parece que hasta le salimos debiendo.
Es ilógico que, a la hora de hacer un balance, Manolín sólo contabilice las cuentas por pagar y no las facturas por cobrar. Es absurdo. Nadie suelta la trucha para ir por la sardina.
Pero si no le encuentra la lógica a esto ni se preocupe mucho, eh, porque ni la tiene ni la necesita. El tema no es financiero sino político. Se quiere crear un escándalo donde no lo hay porque lo que le urge a Manolín es hacer tanto ruido como sea posible, presentarse como heroico y “candidateable” para buscar repetir en el cargo, esta vez por tres años.
Y le urge precisamente porque de valiente no tiene nada, es un servil y agachón que en el Congreso aprobó la megadeuda que no es de 40 millones de pesos sino, literal, por un monto mil veces superior. No es una hipérbole: la megadeuda que sin empacho aprobó Manolete –por la cual no chilló y en la que sí hay evidencia de malversaciones– es mil veces mayor.
Y ya le decía: para darse sustento y credibilidad, Manolín pagó con dinero público (ni modo que de su bolsillo) los servicios de la empresa auditora internacional Deloitte.
¡Uy, suena requete importante! ¡Debe ser una firma bien reconocida!
Pues sí, Deolitte es una firma conocida porque ha sido sancionada (multada) en varios países –Brasil, EEUU y México– por malas prácticas, tales como la falta de independencia o parcialidad de sus auditorías.
De hecho en México se le inhabilitó a Deloitte para realizar contratos con el servicio público por cinco años. Pero entre apelaciones, multas y moches logró estar de nuevo en las andadas y fue contratada por… ¡exacto!, el buen Manolín porque Deloitte hace las auditorías a modo del cliente.
Y créame, lo de menos es que Manolo quiera crecer su imagen a costa de hacer pedazos la reputación de su predecesor. Por mí que se saquen los ojos y nos den un show entretenido.
Lo que me parece insoportable es que lo quiera hacer manipulando la credibilidad de los saltillenses, tergiversando información y falseando la realidad, y que quiera pasar por un hombre probo cuando no es sino un engrane más en la perversa maquinaria que desmadró a nuestro estado.
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