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Repicar sin campanas
Se puede cuidar la eficiencia descuidando la eficacia.
Se pueden tener unos procedimientos modernizados y ágiles, con apoyos tecnológicos de última versión en los pasos sucesivos del sufragio. Muchos ciudadanos son señalados o invitados a asumir responsabilidades que requieren destrezas e informaciones.
Se ofrecen cursos para preparar expertos que multipliquen aciertos y ofrezcan resultados en el trabajo de casillas. Es como levantar una torre de campanario cuidando todos los detalles. Ya está... pero no se fundieron las campanas.
Puede haber elecciones eficientes y votaciones no eficaces por falta de conciencia responsable. La sociedad debe activar todos sus recursos educativos: universitarios, eclesiales, de organizaciones no gubernamentales y clubes de servicio y varios otros más para hacer una campaña de capacitación ciudadana. Evitar el despiste, la ignorancia, la desinformación, la vulnerabilidad para no ser manipulados, en sus necesidades y carencias, por sobornos y satisfactores inmediatos y fugaces.
Explicar las trayectorias y las alianzas, las propuestas básicas de los candidatos, sin ninguna parcialidad. Descartar las actitudes de superficialidad, de credulidad sin discernimiento. Iluminar las conciencias para una responsabilidad madura y libre que ejercite el derecho de dar el mandato a quienes se vean más aptos y más íntegros.
La privacidad del voto ha de dar el convencimiento al votante de que nada ajeno o externo puede interferir en el momento de su trazo libre, en la boleta que presenta las opciones posibles. Una ciudadanía consciente de su identidad y de sus funciones, de sus derechos y de sus responsabilidades votarà sin temores ni expectativas inconsistentes.
En tiempo de campañas y de debates deberá difundirse toda la información necesaria para que la mayoría de empadronados pueda acudir a la cita con los medios para iluminar su discernimiento y preparar su decisión final.
Esa campaña es tan importante, o más que la que emprenden, a su manera, los candidatos para hacer promesas, para hacerse creíbles, para despertar interés y simpatía, para dar signos de su aptitud y de su recta intención y óptima voluntad para servir y no lucrar.
La madurez cívica de la ciudadanía y su expresión en las redes sociales, dentro de todas las interferencias de mediocridad, da esperanza de superar la ingenuidad, la venalidad y la frivolidad para no intentar, en las elecciones que se aproximan, un insensato repique sin campanas...