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Imponer respeto… pero no
Supuestamente la fastuosidad del recinto legislativo de San Lázaro es para crear un clima psicológico de imponer respeto, solemnidad, es decir; compostura. Es ahí donde se genera (o degenera) la historia de nuestro País, el destino (o calvario) de 123 millones de mexicanos.
Llama la atención que eso de imponer respeto por la magnificencia del recinto, no se logra. Los vemos todo el tiempo “cuchicheando”, “placeándose” con “sonrisa Colgate”, dándose “abrazos de cangrejo”, actuando distraídos o actuando de distractores sin atender lo que dice el que tiene la palabra en la tribuna.
En lugar de mostrar respeto y honor, el “ego” de los 500, con excepciones claro, se eleva más que las fumarolas de El Popocatépetl y se sienten tan, pero tan importantes, que desde esa actitud empiezan a traicionar a los electores con falta de “cuórum” intencional y leyes fáciles de incumplir logran enterrar en la fosa común de sus oscuros intereses, iniciativas que vale la pena impulsar o detener ya.
Para asegurar que se reanudaran las sesiones, el pasado 26 de septiembre de 2017 y garantizar la seguridad de los legisladores y las personas que ingresen al recinto (www.almomento.mx), ya que el candil ornamental del Salón de Plenos del Palacio Legislativo de San Lázaro (Edificio A) con 20 toneladas de peso sacudió bruscamente sus 490 prismas de acrílico —inadecuado para suelo sísmico—, fue desmontado por expertos quienes garantizaron que la pieza no sufriera deterioro alguno. Eso costó dos millones 343 mil 431 pesos para aliviar las “Ñáñaras” de los que no se preocupan de nada, porque tienen fuero para todo.
El Congreso lleva erogados 582 millones de pesos en equipamiento, compra de mobiliario, mantenimiento de oficinas. Ocho edecanes para llevar el micrófono en el Pleno y asistir con alimentos a 500 diputados, cuestan 1.5 millones de pesos al año y en caso de exceder horas de trabajo podrían recibir un mes extra de salario. (www.publimetro.com.mx)
Mientras la Torre Latinoamericana con 45 pisos y fundada el 30 de abril de 1956 se ríe de los sismos porque el doctor Leonardo Zeevaert elaboró a conciencia el programa de investigación de subsuelo y el ingeniero Adolfo Ernesto Zeeveart corroboró el sondeo con muestras inalteradas a 18, 28, 33, 50 metros de profundidad hasta en la banqueta y 70 metros de profundidad en la Alameda.
Su sistema de pilotes niveladores del centro de equilibrio de la torre ha sido prototipo en muchas partes del mundo. Es el gran ejemplo de Ingeniería Geotécnica… ¡menos en México!
¡Ah! y como el edificio H del Palacio Legislativo de San Lázaro se inclinó debido al sismo, para este 2018 asignaron un presupuesto de 200 millones para re nivelación y adecuación del inmueble. Mmm... ya decíamos que las decisiones legislativas habían estado muy ladeadas… ¿Usted se sintió representado, respetable lector?
¡Decídete a ser feliz hoy!
@_A_lfonsina