Elecciones de autogobierno

Usted está aquí

Elecciones de autogobierno

Vivimos en época de excesos y de omisiones. Esto causa un ambiente tóxico, enfermizo, contaminante. La medida, la dosis, la proporción son leyes naturales cargadas de infracciones. Se multiplican los accidentes por exceso de velocidad, las obesidades por exceso en la alimentación.

Los excesos en el uso de las tecnologías de la comunicación producen una crisis de atención. Así como el vehículo requiere de un conductor bien adiestrado en el manejo y conocedor observante de las leyes de tránsito, todo el que está conduciendo por la vida un cuerpo no ha de ignorar las exigencias que requiere de descanso, ejercicio, nutrición balanceada, buena respiración, posturas sin defecto, pausas en el tiempo laboral, no ingestión de sustancias enervantes o psicotrópicas. Tanto el cuerpo como el vehículo requieren un mantenimiento adecuado para evitar desvieladas y colapsos.

El consumismo está siempre provocando que se estiren los pies más de lo que da la cobija, mientras las economías familiares se cargan de deudas innecesarias y gastos evitables. Se omite lo esencial, se abusa de lo necesario y hay adicción a lo superfluo.
El tiempo cuaresmal habla de penitencia que, en términos mundanos y cotidianos, no es otra cosa que el dominio de sí mismo para tener sobriedad, moderación, templanza. En estos tiempos electoreros hay un torrente crítico dirigido a toda autoridad gubernamental, además de un empeño en pisar colas y tender trapitos al sol de cualquier aspirante a succionar la ubre del presupuesto.

Es muy sano hacer un trasplante de esta actitud a la vida –propia y personal– para descubrir en lo pequeño, en lo cercano y en lo inmediato del autogobierno las copias en miniatura de lo mismo que se condena habitualmente en lo social y político. 

Descubrir los propios excesos y omisiones es universal tarea cuaresmal. Hay propensión generalizada a señalar y etiquetar a buenos y malos, olvidando que la línea que los distingue no pasa entre los grupos humanos sino pasa en medio del corazón humano donde hay pantano y manantial. 

Con fe bautismal, sin fe o con fe perdida, el sentido común, la sindéresis, la recta razón agradece un lapso de vida en que se frena la voracidad y se practica la sabia austeridad saludable. En que la primera mirada es a la propia marcha y al rumbo que lleva. Dichosos los que logran no sólo la conversión a la realidad sino que llegan a esa Pascua que deja vacíos todos los sepulcros de egoísmo en su triple versión de afán desbocado de poder, de tener y de placer..