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La raíz del mal 1/2
Tiempo raro, extraño, para meditarse largamente lo que sucede a diario en nuestro mundo. No sólo en Saltillo (suicidios a la alza. Dolorosamente cada vez más jóvenes, cada vez más chavales y en espantosa y terrible soledad. El escándalo de la clase religiosa y las acusaciones de pederastia y fiestas con menores los cuales son “reclutados” en “retiros espirituales”), no sólo en Coahuila (el municipio de Allende sigue retando acusador a todas las autoridades en la masacre sin fin que sigue siendo aquello); todo el mundo hay que analizarlo y meditarlo debido a los últimos sucesos que dan cuenta de algo muy podrido en el ser humano: hay una raíz del mal la cual nos habita. ¿Es algo intrínseco, nace con nosotros o es el entorno el cual nos moldea? ¿El mal está en nuestra genética, en nuestro ADN. De ser así, por qué no todos somos violentos. Lo contrario: por qué no todos somos, digamos, calmados y porque entonces hay algunos seres humanos excepcionales que literalmente dan la vida por otro ser humano? ¿Cuál es la raíz del mal?
La cuestión es de pensarse y claro, analizarse científicamente. Debe de explorarse por aquellos seres humanos –usted y yo también– que puedan aportar un haz de luz para revelar esa cara oculta de personas que pueden matar a 32 personas (abril 2007, en Virginia, USA), a 58 (Las Vegas, USA, 2017), pueden “desaparecer” a 43 estudiantes (Ayotzinapa, México), pueden masacrar a todo un pueblo (Allende, Coahuila) o matar a 17 personas en la escuela secundaria Stoneman Douglas, en Parkland, Florida (14 de febrero pasado), como lo fue el ritual de sangre y muerte desatado por un muchacho de apenas 19 años, un exalumno llamado Nikolas Cruz. En dicha institución educativa había 3,200 alumnos más el personal académico y administrativo. Nikolas Cruz mató a 17 personas y dejó en estado crítico a 15 más. Hoy y según su abogada, “está profundamente arrepentido.” ¿En verdad usted lo cree? ¿Cuál es la raíz podrida que tenemos los humanos como el adolescente Cruz, para hacer tanto y tanto daño como en esta matanza con un infernal reguero de dolor y sangre?
En este díptico que hoy inicia lo vamos a explorar, señor lector. Lo voy a hacer con las únicas herramientas que tengo en mi mano: discurrir, mis lecturas, tratar de cuadrar un puzle y reflexionar, reflexionar harto sobre este mal que nos tiene agobiados en todo el mundo: la violencia extrema, el mal por hacer el mal. Si usted lee periódicamente la Biblia y es cristiano o católico (es lo mismo básicamente), recuerda que en Génesis 3:5, apenas iniciando historias, se lee de nuestra tragedia eterna: “Dios sabe que… tendrán que abrírseles los ojos y tendrán que ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo.”
ESQUINA-BAJAN
El libre albedrío, y si conocemos lo malo, ¿por qué muchos humanos se decantan por él? Lo he contado aquí antes y en par de ocasiones.
Hay un libro perturbador (llevado al cine con éxito recuerdo y al menos, en dos ocasiones), es una buena novela llamada “El señor de las moscas” del Nobel de Literatura, William Golding. Aquí, usted lo sabe, el autor hace aterrizar en una isla desierta a un grupo de niños los cuales luego de un percance (naval o aéreo, da igual) y sin la guía de un adulto, buscan su propia manera de convivir, buscar alimento y organizarse en eso llamado sociedad y crear lazos afectivos entre ellos. Usted pensará que siendo niños, todo entre ellos será convivencia pacífica, compañerismo, ayudarse unos a otros, preocuparse mutuamente… nada más alejado de la realidad.
En el tejido de la novela afloran y bullen las pasiones humanas las cuales son aún más terribles por la edad de los personajes: niños frisando apenas los diez años de edad. Lea la novela o vea la película: violencia extrema, muertes y asesinatos brutales y sádicos entre ellos. ¿Por qué? Porque se enfrentan por uno de los placeres primigenios del hombre: el poder. Usted me dirá que es literatura. Pues sí, pero nada más cercano a la realidad que la literatura. ¿Quién toma prestado de quién? Nikolas Cruz, de apenas 19 años y con un rifle de asalto, mató a 17 personas y dejó gravemente heridas a 15 más. Formaba parte de un grupo supremacista de raza blanca de Florida y en sus videos en youtube, afirmaba que algún día sería un “tirador profesional en un colegio.” Ya lo cumplió, para tragedia de todos.
¿Cuál es la raíz de tanto y tanto mal? ¿Por qué un ser humano puede ser tan generoso de incluso, ofrecer su vida por la vida de otro ser humano y en el otro extremo, por qué el joven Cruz pudo ser tan cruel, como para matar a 17 personas indefensas? La configuración de nuestro cerebro, a decir de los científicos, puede afectar entonces nuestra cantidad de empatía o de plano, hacernos insensibles por completo. El pasado 1 de octubre de 2017 y desde el piso 32 del Hotel Mandalay de Las Vegas, Nevada, un hombre pertrechado hasta los dientes con rifles semiautomáticos (tenía 19, Stephen Paddock), disparó más de mil balas en un concierto de música contry, matando a 58 personas y dejando heridas a 546 más. ¿Por qué lo hizo?
LETRAS MINÚSCULAS
Un personaje extraño de la Biblia, Habacuc, le pregunta a Jehová, “¿Por qué me obligas a ver tanta violencia e injusticia?” (Habacuc 1:3). Mucho por explorar…