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Mirador 05/03/18
El padre Soárez charlaba con el Cristo de su iglesia.
-Señor –le preguntó. ¿Qué opinas de nuestros sermones?
Respondió él:
-La verdad, Soárez, más que oír un sermón prefiero verlo.
El padre se desconcertó:
-No entiendo.
Le explicó Jesús:
-Quiero decir que la mejor predicación es el ejemplo. Las palabras pueden ser muy elocuentes, pero las buenas obras son más expresivas. O si no dime: ¿quién es mejor? ¿El que te muestra el camino o el que te acompaña a recorrerlo?
Los sermones del padre Soárez eran buenos. Pero ese día aprendió que no valdrían mucho si no les añadía obras de bien.
¡Hasta mañana!...