La inconformidad aumentó y amenazaron con parar las siete bombas de agua que hay instaladas en esa parte sur de la ciudad.
Sin embargo, los manifestantes cuestionaron la actitud del alcalde Jorge Zermeño, quien no se hizo presente para atender sus reclamos, pero sí les mandó cortar el agua, además de que les cargan gastos de cobranza y hasta lo que cobran los despachos de abogados del Simas por cada notificación que hacen, que más bien son amenazas.
“Esto obliga a muchas personas, a las que les cortan el agua y que ya no pueden pagar; el Simas se ha convertido en un negocio, lejos de dar un servicio”, consideran.