Semáforos, puentes y destreza

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Semáforos, puentes y destreza

Circula por las redes un video de un cruce múltiple en el tráfico vehicular de Etiopía

No hay semáforos. No hay puentes. No es una simple esquina céntrica, parece la entrada de una carretera de dos sentidos con varios cruces en la misma confluencia. La velocidad no es precisamente moderada y el número de camiones, camionetas y automóviles es considerable. Con pura habilidad de conducción se evitan los choques y fluye el avance en todos los rumbos sin colisiones.

El tráfico moderno de las grandes ciudades es posible por la domesticación de todos los conductores. Unos utilizan puentes de alto o bajo nivel, u obedecen las luces verdes, amarillas y rojas. Los etíopes, en ese video, se ven verdaderamente diestros para hacer giros, altos y aceleraciones sin estorbarse ni embotellarse. No se ve el anacrónico policía abriendo brazos o dando silbatazos. 

Todo se deja a la libre decisión de los que maniobran volante, palanca y pedales.

Las campañas para elecciones parlamentarias y presidenciales tienen algunos semáforos que limitan posibles excesos en la comunicación. 

Han de agudizar los pretendientes su destreza de conducción en el tráfico de fuego amigo y enemigo; de voz, escrito e imagen; de pancarta grito y caminata. La burla, el trapo sucio o ensuciado, el desplante de medidas mágicas, la tonada pegajosa y hasta el fake news (léase noticias falsas) van haciendo el catálogo del arsenal con que cada uno quiere pertrechar su acometida.

El derecho a la libre expresión (que ha de tener sus límites para no ser libertinaje) es invocado para el uso de los medios de difusión y ya está siendo apoyo para denunciar también las riendas del próximo debate sin bate, que no dejan pichar, cachar o batear a quienes quisieran blanquear al adversario o volarse la barda.

También el ciudadano está utilizando telescopio, lupa y microscopio para descubrir no el “mal menor” sino el “bien posible”, para dar con su voto el mandato y poder así exigir, después, el bien común. Y esto en medio de la algarabía, el alboroto y el embrollo de opiniones, chismes, análisis, sátiras y promesas de panacea en la vorágine cotidiana.

La destreza para frenar, girar o acelerar, sin ser impactado, en el tráfico del bulevar que va al sufragio se agudizará en el elector novato y en el experimentado. Su colmillo crítico se ha amacizado y ya no acepta atole en dedo. Va encontrando el manantial interior de su conciencia y prepara una decisión inteligente...