El pasado 10 de mayo, justo el día que celebramos en México el día de las madres, falleció a los 87 años de edad Fela Fábregas, gran promotora del teatro en nuestro país, viuda del inolvidable Manolo Fábregas y madre de cinco hijos, entre ellos el actor Rafael Sánchez Navarro. Productora incansable con una de las carreras más prolíficas, doña Fela gozaba del cariño y el respeto de todos aquellos involucrados en la labor teatral.

La histroria del teatro en nuestro país no puede entenderse sin la presencia y la labor de personajes como Manolo y Fela Fábregas. De hecho, el mismo Manolo llevaba el talento y la vocación actoral en las venas al ser nieto de la legendaria actriz Virginia Fábregas, aquella mujer que conquistó los escenarios desde finales del siglo 19. Por su parte Fela, siempre fiel a la tradición familiar, siguió con su labor como productora aún después del fallecimiento de su esposo en 1996, siendo Aplauso el musical que protagonizó Verónica Castro hace un par de años, su último trabajo.

Aunque también es necesario señalar que el teatro, en el mundo en general y en México en particular, ha cambiado mucho y no necesariamente para bien. Al haber trabajado como actor desde la infancia, puedo dar testimonio de esos cambios. En estos tiempos, la capacidad de atención del público se ha reducido al mínimo; siendo una de las causas principales de este fenómeno el advenimiento de los teléfonos inteligentes. Actualmente, ninguna obra de teatro de tres actos o de más de una hora y veinte minutos de duración tendrá posibilidades de hacer una temporada larga.

Es por eso que ha tenido tanto éxito en la última década el llamado teatro breve o teatro en corto. Es decir, aquellos montajes de 15 minutos en promedio que se presentan en residencias antiguas, habilitadas como teatros, en donde cada habitación funciona como escenario para un montaje distinto. De este modo, cualquiera puede ver de cinco a diez obras cortas en un mismo día, sin tener que sentarse por horas enteras frente al mismo escenario. Sin embargo, esto tiene sus ventajas y también sus desventajas.

Una de los problemas más graves radica en que, debido a la gran demanda de nuevas producciones breves cada seis u ocho semanas, la calidad de estos montajes puede ser muy desigual. Además, muchos actores de las nuevas generaciones han perdido la disciplina y el oficio que se requiere para hacer temporadas largas. ¿Sería entonces la solución volver a lo que Fela Fábregas y los teatristas de aquellas generaciones hacían? La verdad, no lo creo. Me parece que el teatro actual vive una etapa de transición. Su futuro será, y debe ser, distinto.

Aunque nunca formé parte del ejército de admiradores de Eugenio Derbez, si entendía que su estilo de comedia fuera tan exitoso. Sencillo y basado en juegos de palabras, era accesible para los grandes públicos. Después lo vi en sus primeros intentos en el cine internacional con “personajes serios” como el de “La misma luna” y me pareció un poco rígido, como si estuviera incómodo en el nuevo formato. Sin embargo, hace unos días asistí a la premiere de su nueva cinta “¡Hombre al Agua!” y me llevé una sorpresa enorme al ver esta nueva versión de la película “Overboard” de 1987 protagonizada por Goldie Hawn y, su pareja en la vida real, Kurt Russell.

“¡Hombre al agua!” es una comedia ligera, muy divertida y llena de personajes sumamente simpáticos. Fernando Luján, Cecilia Suárez y Mariana Treviño, interpretan a la familia del personaje de Derbez y ¡están increíbles! Multimillonarios y movidos por intereses muy particulares hacen un contraste delicioso con los personajes pobres y norteamericanos. Me pregunto cómo le caerá este contraste al Presidente Calabaza y sus secuaces racistas. Por lo pronto, Eugenio Derbez está en uno de los momentos más brillantes de su carrera. Honestamente, vale la pena ver su nueva película en el cine.