Las candidaturas independientes y las propiedades del agua

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Las candidaturas independientes y las propiedades del agua

Hay candidatos en este tiempo electoral que tienen las propiedades del agua, es decir, son inodoros, incoloros e insípidos. O como dice la gente sencilla sobre los atoles; ni hieden, ni huelen. Y es que si no tienes el estómago, la concha, el cebo, la retórica, en ocasiones la ironía y el conocimiento del ambiente político; aunado a los conocimientos sobre la realidad del país, las leyes, el liderazgo, la administración pública, la empatía, la formación, entre otras cosas ¿Qué sentido tiene que inicies un proyecto político?

Las personas debemos de medir nuestra fuerza y saber de antemano si vamos a poder sacar adelante, con las habilidades, las destrezas, los conocimientos y los valores que tenemos, aquello a lo que nos aventuramos. Al final del día, es lo que medimos los electores. Es un asunto que tiene que ver con el autoconocimiento, que  es la capacidad que tenemos de conocer las partes que componen nuestro yo, cuáles son sus manifestaciones, necesidades y habilidades; y con la autoestima, que es la forma como nos valoramos. Como ya se ha dicho en otros momento, pareciera ser que muchos de nuestros candidatos no hacen cálculos para saber si van o vienen y el riesgo y costo que tienen para la democracia.

Lo que vimos en el debate a la alcaldía de Saltillo y el anuncio del retiro de la candidata independiente a la presidencia de la República, desde mi perspectiva, son un ejemplo de este desconocimiento del fin y los medios en el tema democrático. ¿Si sabes, porque cada quien lo sabe, que tienes las propiedades del agua, para que buscas algo de lo que sabes perfectamente que supera tus capacidades? El tema de las candidaturas independientes sigue quedándole a deber a la ciudadanía, por supuesto, el de los candidatos partidistas también, pero en este espacio me quiero referir a las candidaturas ciudadanas, que de ciudadanas tienen poco y en algunos casos, nada. 

En el México independiente las candidaturas eran individuales, por supuesto, con el apoyo de quien mandaba. La Constitución de 1824, no habla del tema, ni de los partidos políticos, se sigue la misma mecánica. En 1911con Francisco I. Madero se acepta que haya candidatos independientes a los partidos políticos. Venustiano Carranza en 1917 lo ratifico y en 1918 se vuelven a reconocer los derechos de cualquier ciudadano que aspire a un cargo público. Es en el gobierno de Manuel Ávila Camacho en 1946, cuando se cierra la posibilidad a los ciudadanos, dando la prioridad solo a los partidos políticos para registrar candidatos.

La transición democrática comenzó en nuestro país en 1977, porque en la elección de 1976, no se presentó ningún otro candidato más que José López Portillo que a la postre fue el presidente de México. En ese año aparecieron una buena cantidad de partidos, como muchas cosas en nuestro país, nos fuimos de un lado al otro. A partir de esa Reforma se comenzaron a ajustarse los mecanismos democráticos que se consolidaron más de 1997 al año 2000. En este tiempo, la cámara dejó de tener mayoría absoluta de un partido y por primera vez después de 71 años gobernó un presidente que no pertenecía al partido hegemónico. A partir de aquí se abona el camino para las candidaturas independientes. Es en 2012 cuando se introdujo la reforma constitucional de las candidaturas independientes.

La situación era contradictoria, mientras el artículo 35 constitucional nos habla de las prerrogativas de los ciudadanos con el tema de que un ciudadano en México puede “votar y ser votado”, había otra ley que solo permitía a los ciudadanos con partido participar en busca de un escaño público. Ahí ésta el sonado caso de Manuel Clouthier que reclamaba la preminencia del artículo 218.1 de COPIFE que estaba por encima del ya mencionado 35 constitucional y que abrió paso a la situación en la que hoy nos encontramos. 

Por una razón muy simple, en una democracia, los ciudadanos son la opción más real para influir en lo político. Es una alternativa para volver visible la participación de los ciudadanos de forma activa, en un momento en que los partidos no son una opción tan fuerte como lo fue en otro momento. Los mismos candidatos se venden independientemente de los partidos, algunos sin quitarse la loza enorme y la deuda histórica que tienen esas instituciones. Es el caso del candidato Meade, por muy independiente que se diga, porque lo sigue sosteniendo; el peso y la factura de corrupción de un partido que ha cambiado poco en lo social en los últimos 40 años y que solo 12 de ellos ha estado fuera del poder, son el signo más claro del desgaste y de la impopularidad del mismo. 

Es el mismo caso de Jaime Rodríguez con 33 años de militancia en el Partido Revolucionario Institucional y que fue secretario estatal de la Confederación Nacional Campesina en 1991, Diputado federal en 1992, Diputado local en 1997, candidato por la alcaldía de Guadalupe, Nuevo León en 2000, y por último, alcalde de García Nuevo León. A partir de ahí candidato independiente ¿será?

Lo mismo pasó con Margarita Zavala, igual que el llamado “Bronco” paso 33 años en el Partido Acción Nacional, hasta que fue desplazada por el actual candidato, en ese sentido le llego la “independencia”, había sido diputada plurinominal en 2003 y diputada de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, y como Usted bien lo sabe esposa del expresidente panista Felipe Calderón ¿independendiente?

En un país donde la simulación y el doble discurso son parte de la cultura cotidiana, el tema de las candidaturas independientes hasta el momento sigue en entredicho. Sin lugar a dudas, es un elemento transformador de la democracia, pero cuando se esperaba que fuese una variable que disminuyera el abstencionismo y la apatía, pareciera que tendremos que esperar un poco más para que las candidaturas independientes, realmente sean independientes. La figura es excelente, pero una vez más, la han pervertido quienes en su afán por el poder se han puesto el momento. 

El problema no es que se postulen o no, porque todos tenemos el derecho de hacerlo, sino que se engañe a la población. El caso de la única candidata a la presidencia de la República, es propio de alguien irresponsable. Dicen que coherente, por favor. Y los aviones, y los viajes, y los gastos de campaña. Supongo que me dirá que regreso 2.3 millones de pesos de la campaña, pero por supuesto que no le dieron eso solamente. A menos que los viajes que hizo por buena parte del país, sus equipos de trabajo, los hoteles y viáticos los hubiera pagado ella. El problema son los seguidores de los que presumía más de 1 millón y medio. Cuanto engaño.

Lo que importa es la figura que se lleva de encuentro, que desgasta y que complica no teniendo en cuenta el esfuerzo que se ha hecho durante años. No basta con tener ganas de competir, se requieren talentos políticos (formación, empatía, arraigo, identidad, reconocimiento público, honestidad, pero sobre todo ir en contra de la adversidad) que está claro no tienen los “independientes” que al momento se han presentado. Lo que han mostrado, como es el caso de la abanderada independiente, es que tienen las propiedades del agua.