Usted está aquí

Torneos cortos

Vi futbol hasta los 15 años.

Coincidió el cese de mis aficiones futbolísticas con la explosión hormonal que acontece alrededor de la edad referida. Para mí fue un momento tan definido que casi podría dar la hora exacta del día en que dejé de prestar atención a los vedetes que corren detrás del balón y comencé a fijarme en cosas más interesantes aunque igualmente indescifrables, como las mujeres.

Mucho contribuyó, sin embargo, a mi desinterés por las incidencias de las canchas el hecho de que la Liga Mexicana de Futbol tuvo una ¡vaya ocurrencia!:

Decidieron por entonces realizar no uno sino dos torneos por año. “¡Claro! Porque si un torneo con su respectiva liguilla deja mucho dinero… Ergo: dos torneos deben dejarnos el doble de ganancias en el mismo lapso. ¡Somos unos pinches genios, mi Chutagol!”.

Y si el nivel futbolístico en nuestro País era discutible, partir un campeonato en dos mini-temporadas sólo contribuyó a abaratarlo más. Eso sí, ahora y desde entonces hay futbol 50 semanas al año.

La ambición se apoderó de algo que (según recuerdo) era moderadamente bueno, y lo sobreexplotó hasta convertirlo en un remedo de lo que fue. Y sin embargo, ello parece no importarle mucho a la gente que lo sigue consumiendo con voracidad y apasionamiento.

Con tristeza me enteré que a partir de este año la Liga Mexicana de Beisbol hará lo mismo que su homóloga de balompié. Dos temporadas cortas en un año, lo que me hace perderle el escaso interés que aún tenía en el “Rey de los Deportes”.

Mi gusto y afición por el juego de pelota y los Saraperos se vio seriamente minado, ya lo hemos comentado, desde que nos enteramos de que el Gobierno Estatal, o debería decir, el reino de los hermanos Moreira intervino en las decisiones administrativas y posterior proceso de compra venta de la franquicia.

Por supuesto, jamás se transparentó lo invertido con dinero público en el equipo y en su estadio sede. Y mucho menos sabremos de lo recuperado que, tengo la corazonada, no fue devuelto a las arcas estatales.

En fin, aquí nadie tiene interés por saber esas cosas, sólo las cuestiones accesorias  y periféricas… Como que al día de hoy, la inversión de 80 millones de pesos en el Parque Francisco I. Madero está valiendo pepitas de calabaza, se cae a pedazos. La corrupción está hasta en el deporte (y luego dicen que AMLO está loquito).

Así que de aquel bicampeonato, ni hablar. No quiero volver a saber. Que Humberto Moreira se lo guarde y lo cuelgue en una pared de su casa, yo no quiero saber nada de los Saraperos, menos luego de la partida de mi compadre rumbo a las Ligas Mayores y menos aún ahora que, como ya mencionamos, serán dos mini temporadas por año.

De por sí costaba bastante darle algo de crédito a un torneo en el que sólo los dos peores equipos de cada zona no califican al playoff (¡y aun así a veces no calificábamos!), ahora ver la misma penuria dos veces en un año. ¡Mejor no, gracias!

Si fuera buena idea, ya alguna liga profesional deportiva, seria y exitosa, habría replicado este esquema de hacer dos campeonatos por año. ¡No! Miento. Ya la habrían llevado al siguiente nivel: Campeonatos bimestrales, o así.

Pero no, ni NBA, ni MLB, ni mucho menos NFL abaratan tanto lo que le ofrecen a su público.

Estas organizaciones deportivas no son perfectas ni mucho menos, no están ajenas al ridículo o al escándalo, pero jamás se atreverían a rematar su campeonato al dos por uno, como si fuesen pollos asados en miércoles. Eso, sencillamente, no se hace, a menos que lo que tengamos para vender sea muy chafa.

Por no dejar, diremos que es lo mismito que ocurre con los procesos electorales en México, que en mala hora se desacompasaron  y gracias a ello (y a que una mente perversa se dio cuenta de que las elecciones son un excelente negocio), es que ahora celebramos (entre elecciones federales y locales) comicios ocho de cada diez años.

Pero así, con la redundante persistencia electoral, las elecciones dejaron de ser un evento cívico importante hasta convertirse en una majadera monserga. Una lata de la que ya no hallamos cómo librarnos y son por supuesto contiendas que, por los perfiles de sus contendientes y participantes, dejan mucho qué desear en nivel y calidad.

Pasó lo mismo que en los deportes con los torneos cortos: que la ambición se apoderó de algo que pudo llegar a ser moderadamente bueno, pero  lo sobreexplotaron hasta convertirlo en un remedo de lo que fue y que a nadie parece preocuparle demasiado.

petatiux@hotmail.com 
facebook.com/enrique.abasolo