Crónicas Pejianas Vol. 3 Conociendo al ‘Peje-Virrey’

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Crónicas Pejianas Vol. 3 Conociendo al ‘Peje-Virrey’

Como era de esperarse, tras el aplastante triunfo del chairo-morenismo en la pasada elección, vimos a mucho “peje-lover” celebrando como si la Familia Real les hubiera pedido una hija en matrimonio o al menos de queridona (en una casa chica de la realeza cabe hasta una abuela tilichenta).

El caso es que todos los “amloístas” muy sonrientes, muy contentitos, muy dados al abrazo y al jijijí, sobre todo, aquellos que el nuevo régimen parece haber bendecido con la siempre grata promesa de la sustancia ósea… o sea, una chambita federal a la que casi nadie hace el feo.

Yo en su lugar, estaría embargado de miedo, pues no sólo se sacaron la rifa del tigre (sí, ese mismo félido a rayas con el que el Santo Señor de Macuspana amagaba a las instituciones ante cualquier resultado adverso, previo a los comicios), sino que esta vez el chingado tigre está particularmente exigente y expectante.

Quiero decir que no sólo ganaron la Presidencia de un pueblo enojado, resentido, con muchas rencillas históricas por subsanar y un reclamo de justicia vivo, palpitante y completamente legítimo. Fincaron además una expectativa muy alta. Del Gobierno que está por iniciar se esperan prácticamente milagros, en lo concerniente a los indicadores de nuestra calidad de vida, pero también se espera un reordenamiento en el poder que, por concentrarse en una élite, ha incurrido como es natural en toda clase de excesos.

Por si fuera poco, se espera que el nuevo régimen no incurra a su vez en esas desmesuras, porque de ser así todo pierde sentido.

De manera que los protagonistas del nuevo Gobierno, tienen expectativas muy altas que cubrir, las de sus simpatizantes, sí, obvio, pero sobre todo las de sus malquerientes a los que también tienen que servir y aplacar sus recelos con una sonrisa y buena actitud.

Así que, como ya dije, de ser yo, estaría nerviosito, por decir lo menos.

El desencanto tiene que ocurrir, naturalmente. Nadie puede mantener un nivel de aprobación tan alto como el que llevó al abanderado, líder y razón de ser de Morena a ganar la Presidencia. En cuanto se desencanten algunos oportunistas y los más optimistas se percaten de que muchas de las promesas no eran sino populismo, el aplausómetro tiene que descender algunas rayitas. Sin embargo, se trata de que al final de una administración, el saldo sea modestamente positivo. Ni estar en la luna, ni estar en la lona. Los gobiernos de los que menos se habla (porque por ellos habla una sensación de bienestar/seguridad) son los mejor percibidos.

Como ya comentábamos en la pasada entrega, entre las estrategias de reestructuración burocrática de AMLO está la naciente figura de Coordinador General del Gobierno Federal, a la que ya se le llama cariñosa, coloquial y colonialmente como “Virrey” o “Peje-Virrey”.

Se supone que este “Virrey” tendrá facultades sobre los delegados y sería un contrapeso para los gobernadores de cada entidad, mismos que están acostumbrados a operar como caciques autócratas. Hasta allí todo bien, ni modo de oponernos a que alguien le amarre las manitas al Poder Ejecutivo, que nos ha dado los más distinguidos cacos (y por distinguidos quiero decir dañinos), de esta y otras latitudes.

Pero surgen, como también apuntamos, las dudas sobre esta figura del Coordinador General del Gobierno Federal. ¿Quién lo designa —no se ría— y bajo qué criterios? ¿Cuáles son sus alcances, pero sobre todo, sus límites? ¿A quién le responderá? ¿Cuáles son los parámetros para decidir si está haciendo o no un buen trabajo si el cargo es una innovación?

Bien, pues a falta de respuestas para esas y otras interrogantes, lo que nos queda es analizar el perfil de quien será el Coordinador designado para nuestro Estado, o dicho de otra manera, ¿Quién será el “Virrey” de la Provincia de Coahuila?

El ungido es Reyes Flores Hurtado, un prófugo de la derecha que encontró en la izquierda toda la luz, la verdad y la iluminación que nunca antes la vida le dio.

Flores Hurtado se dio a notar hace tiempo, no como líder del PAN (que eso no enaltece el currículum de nadie), sino por sus dietas extremas que lo pusieron “al borde de la muerte”.

Mejor me explico: Sucede que al señor Reyes Flores, como estrategia mediática y de presión política, le daba por ponerse en huelga de hambre hasta que un buen día alguien (con buen humor o mala leche) esparció el rumor noticioso de que el aludido se nos había petateado por una descompensación derivada de su ayuno. Al final todo resultó una mala broma ya que el muerto hoy como podemos constatar está más vivo que muchos que, tras la jornada del primero 
de julio cayeron en coma profundo.

De pésimo gusto, de cuarta o quinta. Sencillamente de lo peor, amagar con una huelga de hambre cuando no se piensa llevar hasta la última consecuencia (Flores Hurtado siempre dijo que no comprometería su salud). Entonces, ¿cómo para qué usar una medida de presión que han utilizado verdaderos próceres y activistas serios?

Gandhi ayunó hasta por 24 días y su causa era algo más que una fraudulenta y pinche elección local en la que tiene tanta responsabilidad el gobierno opresor como la oposición que él en su momento encabezó, como líder de Acción Nacional en Coahuila.

Lamento que sea por esa mamarrachada, y no por algo más digno de encomio, que Reyes Flores Hurtado sea recordado en esta columna aunque, tratándose del primer “Peje-Virrey”, el trato que se le da en el ámbito político burocrático es, desde hoy, de reverencia y de sumisión, como en su momento se le hubiese dado a cualquier otro don del Revolucionario Institucional.

A propósito de tricolores, sé de buena fuente que algunos náufragos de esta divisa, e incluso muchos distinguidos panistas de abolengo, al día siguiente de la elección ya estaban tratando de hacer contacto con el elegido de AMLO para esta comarca. Poniéndose a sus órdenes ¨para lo que se ofrezca¨, haciendo la llamadita de cortesía, y enviando la felicitación junto con el currículum. En serio, hay quienes le lloraron a su partido menos de cinco minutos y fueron enseguida a formarse en el besamanos del designado de López Obrador.

Lo que sólo quiere decir que el viejo régimen quizás esté conectado hoy al respirador artificial, pero sus formas, usos, costumbres y mañas siguen vigentes porque esas no pertenecen a una forma de gobierno, sino que viven en nosotros. Y si los nuevos actores políticos no saben mantenerlas a raya, eso de la Cuarta Transformación no será posible.

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