Omnia Licita: Querido lector, si estás ahí, manifiéstate

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Omnia Licita: Querido lector, si estás ahí, manifiéstate

Es una broma común entre la comunidad artística decir que en Saltillo el arte sólo lo consumen los artistas. ¿Se inaugura una exposición? Ahí están todos los miembros del mismo gremio. ¿Se estrena nueva obra de teatro? Sala llena… por otros actores y directores.

Y sino son colegas son amigos, familiares, miembros del círculo cercano del autor de esas obras. 

Los recitales de danza están llenos de madres, padres, tíos y abuelos orgullosos. ¡Maravilloso! 
¡Extraordinario! La niña trastabilló sobre el escenario de una manera pulcra y elegante cual cervatillo recién nacido.

La creación de públicos es el principal némesis de la promoción cultural. Y aunque, por supuesto, existen ejemplos de personas que acuden a este tipo de eventos como quien va al cine, por puro gusto, son contados.

Se vuelve entonces tema de debate si es sano un ciclo donde los consumidores son los creadores. Se argumenta en favor de la retroalimentación, en contra de la masificación y el capitalismo de los productos creativos pero ante investigadores que aseguran que el consumo de expresiones artísticas es benéfico para la sociedad resulta importante considerar provocar un mayor incremento en este rubro.

Es entonces cuando entran los medios de comunicación. “Sin ustedes no podríamos hacerlo” han dicho tantas autoridades de cultura y gestores independientes al referirse a nuestra labor como difusores de sus proyectos, y sin embargo persiste la duda de qué tanto estamos logrando con nuestro trabajo.

Los resultados en materia de promoción cultural son los más difíciles de contabilizar y sostener. Miles de personas pueden llenar un recinto y las funciones siguientes estar completamente abandonadas.

E independientemente de su calidad hay acontecimientos que se venden por sí solos mientras que otros, por más cobertura que se les haga, convocan una audiencia muy baja. Lo peor es que hay pocos estudios al respecto sobre este tipo de fenómenos y sólo queda la especulación.

Por ello es que me pregunto ¿quién está leyendo esto? Las notas que he dedicado a exposiciones, proyectos artísticos, obras de teatro, recitales musicales, conciertos, óperas, presentaciones de libro y demás, ¿son leídas por un público superior a los involucrados en tales proyectos?

Y, si son leídas, ¿son efectivas? Es fácil recibir elogios o críticas de aquellos sobre quienes hablan dichos textos pero no tan sencillo resulta conocer la perspectiva del lector; si el lenguaje le resulta adecuado, muy elaborado o demasiado vulgar, si la información es pertinente o si la perspectiva del autor se queda corta ante las exigencias de un tercero.

Tal vez ya es tiempo de que el escritor sepa a quién le escribe y el medio evolucione hacia uno donde exista mayor interacción con el público, no para estar sujeto a sus designios —así es como terminan las secciones culturales en la última página de las de espectáculos y a veces hasta confundido con la cobertura de sociales— sino para ser parte de un constante y enriquecedor diálogo.

Por eso te pido, lector, que, si estás ahí, des señales de vida.